Lun. May 20th, 2024

José Luis Puga Sánchez

Mi abuelo simón quiso ser un buen salvaje

Aprendió castilla y el nombre de todos los santos

Danzó frente al templo y recibió el bautismo con una sonrisa

Mi abuelo tenía la fuerza de un rayo rojo y su nagual era un tigre

Mi abuelo era un poeta que curaba con las palabras…

Pero él quiso ser un buen salvaje

Aprendió a usar la cuchara y admiró la electricidad

Mi abuelo era un chamán poderoso que conocía el lenguaje de los dioses

Pero él quiso ser un buen salvaje… aunque nunca lo consiguió.

Muckas Sánchez (zoque), Abya Yala 847, 2019:62

Cinco siglos han debido transcurrir para que México se reconozca a sí mismo como multiétnico e intercultural, pero los cambios sociales en la época contemporánea reavivan las identidades e impulsan una suerte de neo indigenismo, advierte Francisco Castro Pérez, doctor en antropología y coordinador de la maestría en humanidades de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UAT).

Durante su participación en el seminario permanente de etnografía de Tlaxcala, organizado por el INAH, el también investigador recalcó la importancia de la identidad étnica y del neo indigenismo, pues el tema “redefine el tipo de país que queremos. Si queremos un país multiétnico y multicultural, si es posible o no”.

Y empezó por lo primero, no podría ser de otra manera: el concepto de indio –remarcó- es erróneo, impuesto por los primeros europeos en llegar a este continente, pues pensaban que habían llegado a las indias occidentales. Incluso, su derivación de indígenas empieza a desteñirse con el nuevo concepto de pueblos originarios.

¿INDIGENAS? ¿INDIGENISMO?

¿Y quiénes son los indígenas?, pregunta… Pues para Bonfil Batalla –se contesta inmediatamente- es una categoría colonial, porque independientemente de haber nacido en la India o no, se les bautiza de esa manera para hacer patente su inferioridad como colonizados. Ricardo Pozas, por su parte, los ubica en el segmento de las clases sociales explotadas. En 1989 la Organización Mundial del Trabajo (OIT) publica su Convenio núm. 169 sobre pueblos indígenas y tribales, que tiene dos postulados básicos: el derecho de los pueblos indígenas a mantener y fortalecer sus culturas, formas de vida e instituciones propias, y su derecho a participar de manera efectiva en las decisiones que les afectan. Más recientemente se presenta la noción de pueblos originarios y comunidades equiparables.

Francisco Castro añade otras maneras de identificarles: la manera “culturalista”, en la cual se observa la auto identificación, la lengua, la historia común o memoria colectiva, su sentido de territorialidad, sus instituciones socioeconómicas o jurídico-políticas (elección por usos y costumbres, sistemas de cargo, trueque, tequio, etc.), formas de representación simbólica (cosmovisión) y saberes tradicionales, entre otros criterios.

Si para el INPI (Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas) cubres estos requisitos, sí eres (miembro de pueblo originario), aunque otras instituciones “han andado en este juego de con qué marcadores culturales o con qué elementos definimos a quien es o no lo es: Inegi, la Constitución, el Inali…”.

El indigenismo en México -cita a Luis Villoro- tiene tres momentos. El primero es en la Nueva España, donde los nativos son cercanos, pero negativos, pues son idolatras. “Tenemos que desterrar sus prácticas para que ya no sean negativos”.

En el segundo momento, en el México independiente, se vuelven lejanos y negativos. Ya han sido expulsados de sus espacios, ya los recluyeron en las zonas montañosas, están cerca de los desiertos, están lejos y siguen siendo negativos, salvajes.

Es en el tercer momento del México revolucionario, cuando ocurre el rompimiento con España, con la corona, y encontramos nuestra raíz, nuestra esencia, en los pueblos originarios. “Ahí es donde se exploran las ruinas arqueológicas y las vuelven patrimonio de la nación y venga el turismo floreciente a decir: ¡Qué grande es México!”.

Se diseminan entonces antropólogos y etnólogos en las comunidades indígenas “para mexicanizarlos, para lograr que sean, como diría Vasconcelos, parte de la ‘raza cósmica’, en esa fusión de lo prehispánico con lo en ese momento contemporáneo”.

Se crea el INI (Instituto Nacional Indigenista) y en los centros coordinadores de las regiones de refugio -cita a otro investigador: Aguirre Beltrán-, “aquí es donde llevamos a los antropólogos y que empiecen a transformar esa vida salvaje, esa vida de las costumbres de los pueblos originarios y dejen de estar yendo a su temazcal, a su huesero, a su partera… que se modernicen”.

Juan Villoro se queda en esos tres momentos, dice Castro Pérez, pero añade que hoy es posible hablar de un cuarto momento en el siglo XXI. “Lo pongo para el debate: creo que hay un neo indigenismo, inclusive en plural. Uno, que echa a andar la Comisión Interinstitucional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas en 2003, en tiempos de ‘Chente’ Fox, cuya lógica fue empresarial. ‘Chente’ decía: no más populismo. Cómo que le siguen llevando a los pueblos laminitas y les quieren hacer pisos de cemento, eso es asistencialismo. Que le entren al changarro, que se pongan a invertir su dinero, que se vuelvan empresarios”.

15 años después relata que aparece el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI), en el marco del cambio político que vive el país bajo las siglas de la 4T. Ahora ese sujeto social con el que interactúa el gobierno ya no son ni cercanos, ni negativos, ni lejanos. Ahora se trata de hacer una nación multiétnica y pluricultural, porque así está en la Constitución. “Pero uno se preguntaría hasta dónde llegó ese intento si no se lograron los procesos autonómicos, si los mal llamados indígenas del país no son sujetos de derecho público”.

Pero… ¿Y Tlaxcala?…

ORFANDAD

En este marco de indígenas, indigenismo y neo indigenismo, Francisco castro subraya que en Tlaxcala nunca hubo INI, “vino solo un ratito la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, el INPI tampoco ha venido. ¿No hay acaso indigenismo institucional en Tlaxcala?”.

El antropólogo traza entonces un panorama histórico cultural. Afirma que el estado tiene toda una columna vertebral de pueblos originarios alrededor de la Matlalcueyetl, donde aún viven los usos y costumbres. “Los cuatro tlaltocayotl (nombre indígena de lo que die que los europeos llamaron señoríos) se unen a los conquistadores, lo que arroja sobre Tlaxcala el mote de traidores y los tlaxcaltecas se encierran en su concha protectora, mandando a volar al resto de la región”.

Luego –continúa- los tlaxcaltecas se van a colonizar las tierras chichimecas: Pienso que llegan y ver a los guachichiles, por ejemplo, y les dicen: hermanos, pues casi hablamos igual, pero si te me vas de estas tierras, porque yo vengo en nombre del rey de España y te vengo a educar, a colonizar, a civilizar. Hazte para un lado porque te venimos a pacificar y si te pones al brinco te saco de tu tierra, porque traigo la orden de un superior… ¿Los tlaxcaltecas, entonces, deberíamos sentirnos contentos de haber hecho eso?

“Eufemísticamente los políticos del estado dicen: somos la cuna de la nación, somos la cuna del mestizaje, siéntanse importantes. ¿La cuna del mestizaje?… ¿Y será eso bueno? ¿Haber empezado a hibridarse culturalmente?”.

Pero, efectivamente, los tlaxcaltecas tuvieron privilegios gracias a la alianza: fueron república de indios, armas, derecho a montar caballo. En 1886 todavía el 60 por ciento de la población, según Velazco, es raza indígena. “Recordar que se hablaba con ese criterio racista”.

Nuevamente en el presente, el doctor en antropología recuerda que en Tlaxcala se viven 75 años sin delegación, centros coordinadores u oficinas de representación del INI, la CDI o el INPI. “¿Será porque los tlaxcaltecas no quieren, porque el INPI viene a aculturar y el tlaxcalteca quiere seguir siendo el que es? O desde fuera dicen; ¿Y qué vamos a culturar si ahí ni hablan la lengua, ahí ya tienen Liverpool, ya son modernos? ¿Cómo nos vamos a acercar a ese pueblo que en cinco siglos ha hecho a su modo su desarrollo?”.

Al calor del movimiento zapatista de 1994, la Constitución recibe una modificación en 2005, modificación “muy light” respecto a lo planteado por los zapatistas, pero de todos modos se asienta lo del país pluricultural y multiétnico, se crea ese año en Tlaxcala la Dirección de Desarrollo Comunitario y Pueblos Indígenas. La novedad es que depende de la Dirección de Empleo y Desarrollo Comunitario (Sepuede), que a su vez depende de la Secretaría de Economía. Los proyectos que ahí salen son productivos, cosa económica, y de equidad de género. “Hasta ahí era la visión de esta dirección”.

Un año después, en 2006, “se ven obligados” a promulgar la Ley de Protección, Fomento y Desarrollo a la Cultura Indígena para el Estado de Tlaxcala.

En 2010 abre una oficina de la CDI (Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas) en Puebla, “pero aguanta entre 10 meses y un año antes de ser acusados de desvío de fondos y rollos así… y cierran la oficina. Los indígenas tlaxcaltecas siguen sin tener a dónde ir”.

Pero hay que recordar que desde 78 se crean las direcciones de culturas populares, indígenas y urbanas que hasta el 20121 pertenecieron a Conaculta. En 2018 llega la Secretaría de Cultura a Tlaxcala y entonces esta dirección depende de ellos.

INDIGENISMO INSTITUCIONAL

Proclive a la interrogación, Francisco Castro pregunta ahora ¿quién más hace indigenismo?… Y señala a la Secretaría de Educación Pública, que en este momento opera 56 escuelas de educación indígena preescolar y primaria, con 244 profesores, 5 mil 431 alumnos en once municipios y 17 comunidades.

El Inegi, en el 2010, tomando como criterio la lengua, daba un 2.6 por ciento de población. Cuando tomaba el criterio de auto adscripción el porcentaje se le iba hasta el 17.1 por ciento.

En el 2020, de un millón 342 mil 977 habitantes, ubicaron 29 mil 8 indígenas, que constituyen el 2.16 por ciento, mientras que por auto adscripción localizaban 16.46 por ciento. “No se movió mucho en diez años, aunque haya crecido un poco la población”.

¿Quién más hace indigenismo?… Pues el INAH, que hace exploración arqueológica, estudios etnográficos, etnohistóricos, sobre el patrimonio cultural material e inmaterial y sus pueblos originarios.

Y la Secretaría de Cultura, que por alguna razón el actual régimen dijo: “se va p’a Tlaxcala, en esta onda de descentralizar los servicios… y la trajo a Tlaxcala. No sé si estén todos los funcionarios o algunos fines de semana vengan algunos, pero está formalmente aquí con programas de acciones culturales multilingües y comunitarias, el Pacmyc. Borré el Programa para el Desarrollo Integral de los Pueblos y Comunidades Indígenas (Prodici) y el Programa de Desarrollo Cultural Regional, porque ninguno de los dos aplica en Tlaxcala… Pero sí funciona la exposición Indios Conquistadores… Vamos a empezar a lavar nuestro estigma. No, no, no… si nosotros fuimos… a poco dices que Cortés con 500 tipos sometió a los originarios. No. Íbamos los tlaxcaltecas. Nosotros conquistamos y luego nos fuimos pal norte y también conquistamos. ¡Alabados seamos!”.

Sectur también hace indigenismo, dedicado a poner en valor el patrimonio cultural, promoverlo en áreas de la competitividad turística y ya tiene una marca actual: Tlaxcala sí existe. Incluso ahora promovida desde el Oxxo. “Esta misma Sectur promueve los pueblos mágicos, pero hacen falta estudios sobre qué cosa es ser pueblo mágico y para qué sirve; organizó la 40 escenificación de la salida en 1591 de las 400 familias y el letrero que pone Sectur es muy ilustrativo: las 400 familias que se fueron a pacificar, poblar y culturizar el norte de México. Dicen que el pez por su propia boca muere. ¿A pacificar? ¿Necesitaban los guachichiles que los fueran a pacificar? ¿A poblar? Bueno, ellos eran poblaciones nómadas, cazadores y recolectores, entonces en qué momento dijeron: Tlaxcala, ven y vuélvenos sedentarios… ¿Y a culturizar? Pues no tenía cultura”.

¿Pero quién más hace indigenismo en Tlaxcala? La “poderosa” UAT. “Uh, no saben, hay estudios antropológicos, lingüísticos, históricos realizados por una pléyade de especialistas nativos. También las universidades para el Bienestar Benito Juárez García; por ejemplo, una de las unidades, al lado de Ixtenco, ofrece medicina comunitaria; no es medicina alopática, ¡es medicina comunitaria!”. Y la Universidad Intercultural recientemente inaugurada creada en consulta previa, libre e informada con los pueblos originarios del estado, que se interesa en revitalizar las culturas indígenas.

Hace indigenismo también la Comisión de Derechos Humanos, que siempre anda resolviendo conflictos entre el derecho constitucional y los sistemas normativos indígenas. Los abogados en derechos humanos siempre están entre la espada y la pared, porque la gente les dice: “aquí así son las cosas”, pero por fuera el derecho positivo constitucional les dice: “estás mal; eso es nada más un uso y costumbre”.

También el Consejo Nacional de Pueblos Originarios y Comunidades Indígenas, cuya Gubernatura Indígena Nacional designa “gobernadores indígenas” por todo el país, en las regiones y en los municipios, “son quienes dan el bastón de mando a políticos, no verdaderos indígenas”. Lo que interesa a estos “gobernadores indígenas” –señala- es acceder al presupuesto nacional para echar a andar proyectos productivos y/o hacer defensoría jurídica. “Crean así un espacio clientelar”.

La última institución que –dice- hace indigenismo, “sin saberlo, o sabiéndolo, queriéndolo o no”, son los presidentes municipales y los auxiliares, interesados en formar parte del Catálogo de Nacional de Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas del INPI. Ahora todos quieren formar parte del catálogo y ser reconocidos como pueblos originarios. “A fin de cuentas no es tan difícil, es cuestión que yo me auto reconozca como tal, así lo dicen esos gobernadores indígenas. Y la constitución pone los dos criterios: lengua y auto adscripción. Y ahora todos buscan bajar recursos, por ejemplo, del Probici (Programa de Bienestar para Comunidades Indígenas), como pueblos originarios, cuando apenas ayer repelaban porque se les llamaba indios, o indígenas: pos que ves que traigo huaraches”.

PUEBLO FANTASMA

En marzo del 2019 se realizó en muchas zonas del país la consulta a los pueblos indígenas para la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo y para la reforma constitucional sobre los derechos de los pueblos indígenas y afromexicanos… pero en Tlaxcala esa consulta no se realizó. “Para el poder central en Tlaxcala no hay indígenas”.

En el Atlas de Pueblos Indígenas 2018 del INAH, no aparecen los pueblos indígenas de Tlaxcala.

La Ley de Protección, Fomento y Desarrollo a la Cultura de los Pueblos Indígenas de Tlaxcala 2005, reformada en 2013, no está armonizada con la Constitución estatal.

No hay hospitales interculturales, juzgados indígenas, ni radios comunitarias.

¿Hay una redefinición de los etno territorios en Tlaxcala: “La macro región del refugio” (Robichaux 2007) nahua y yuhmú de La Malinche, los nahui altepeme y la yanhuitlalpan, los acolhuas de Tecoaque?

¿En el continium indio/mestizo de Nutini, los nahuas, yuhmú y acolhuas de Tlaxcala continúan su proceso de desindianización y desetnización, o los neo indigenismos múltiples lo están contendiendo?

¿Quiénes son los defensores de la identidad étnica de los pueblos indígenas (u originarios) y de las comunidades equiparables nahuas, yuhmús y acolhuas?

Tendríamos en Tlaxcala entonces –afirma el antropólogo- un proceso de múltiples neo indigenismos y un proceso que parece detenerse de desindianización y desetnización para la recuperación de una multietnicidad y una interculturalidad, “cena” a la que están invitados, por lo menos, los nahuas, que es la población predominante; los yuhmú, “que el Inegi a veces da un número importante de más de mil hablantes y en la comunidad dicen no llegar ni a cien”; los acolhuas que al haberse anexado al estado juegan un papel muy especial, “pero no hay cariño, ni la gente de allá se siente tlaxcalteca porque no tiene las prácticas del Tlaxcala central, ni lo tlaxcaltecas del centro los acaban de reconocer como integrantes de… Es una suerte -dicen allá- de entenados de Xicohténcatl e hijos de Nezahualcóyotl. Eso no ha detenido que, en los municipios de todo el poniente, esta fiebre de ser reconocido como indígena para bajar recursos, ya esté en marcha”.

Están también los tutu nakú, la gente de los tres corazones, porque ya, numéricamente, según Inegi, hay más población tutu nakú en Tlaxcala que los propios yuhmú.

Y una población dispersa de afromexicanos que no es fácil de localizar, “pero que sabemos que está”.

Somos –sentencia- un estado multiétnico e intercultural.

NUEVAMENTE INDIOS

El neo indigenismo en México, operado desde las instituciones del Estado nación, ha delegado en el INPI la extensión de los certificados de autenticidad étnica. Válidos para ingresar al Catálogo de Pueblos Indígenas y Afromexicanos y la consecución de un país pluricultural. Y Tlaxcala “sigue sin tener oficina de representación del INPI”.

La Secretaría de Cultura trata de superar el estigma de la traición de los indios aliados, sustituyéndola por la desafortunada versión de “indios conquistadores”, cuya participación fue decisiva en la caída de Tenochtitlán.

La Secretaría de Turismo enfrenta el otro estigma, afirmando que “Tlaxcala si existe”, con lo que pone en valor la cultura y la naturaleza, buscando la competitividad del sector, fomenta la turistificación del patrimonio cultural material e inmaterial y monta performance de una “tlaxcaltequidad folklorizada”. Lo del agregado de la naturaleza Francisco Castro lo ubica en aquellos momentos cuando era patrimonio cultural arqueológico “y que se suba al Tajín la chica dorada, que baile y abajo 5 mil tipos diciendo: sí, viva el Tajín. Pero ahora ya pueden ser elementos culturales: ven a vivir el temazcal, ven a ver cualquier tradición o costumbre, cosas más colectivas, obviamente carnaval o cosas así”. Pero también la naturaleza, porque han puesto en valor cosas como las luciérnagas, donde –apunta- no hay análisis de la capacidad de carga del ecosistema… “5 mil, no pues ya llegaron 50 mil. Y al otro año la propia secretaría declara que tenemos una alta competitividad en el sector; esperamos que lleguen a 150 mil visitantes”.

SEPE-USET impulsa la creación de una Universidad Intercultural construida en la región yuhmú de Ixtenco, buscando revitalizar las culturas étnicas, “pero requiere crear un puente, porque noten que esas 56 escuelas, con más de 5 mil niños, casi mil 500 maestros trabajan en educación preescolar básica, pero en secundaria y en preparatoria no hay nada en lenguas nativas. Y quienes ingresen a la Universidad Intercultural este agosto, procederán de Cuahuixmatlac, de Tetlanohcan… y pues hablan la lengua… ¿Será? ¿No la habrán olvidado?”. Crear este puente entre la educación básica y la educación superior, significa que la secundaria y la preparatoria sean bilingües y multiétnicas.

Los profesores e investigadores de las instituciones de educación superior donde se estudian las culturas indígenas, la identidad étnica, el patrimonio biocultural material e inmaterial, “tienen que ir hacia una propuesta propia, nativa, suriana, decolonial. Si seguimos dando al estudiantado la teoría de occidente, sin la antropología latinoamericana…”.

“En el intento de ser indio otra vez”, la población indomestiza de Tlaxcala -advierte el antropólogo- tiene que pensar en objetivos superiores a la consecución de fondos federales, pensar en la defensa de sus derechos territoriales, como el caso de las áreas naturales protegidas. Ejemplifica: El parque nacional Malinche fue decretado sin consulta previa informada, “para qué le iban a preguntar a quién”. Y no tuvieron plan de manejo desde 1939 hasta 2013… “y de todas maneras si uno evaluara el éxito o no de la condición de área natural protegida, casi seguro que es negativo: no retiene agua, la masa forestal se ha reducido a una tercera parte, el gusano descortezador, fuerte erosión… Ahora sí: qué cuidas Conanp (Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas). Devuélvemela y yo veré qué hago con mi monte”.

La Laguna de Acuitlapilco, otro de los lugares especiales, propiedad comunal y luego propiedad federal, tenía 160 hectáreas y prácticamente se llegó a secar por ahí del 2005… “Pues qué cuidas CNA, por qué no nos organizamos”.

En derechos lingüísticos, afirma que Cuauhtenco lo está haciendo, está diciéndoles: “aquí nos enseñas de primero hasta prepa en mi lengua. Por qué tengo que venir a que me enseñes en español”.

Otro gran pendiente es el pluralismo jurídico, pues “no puede ser que los usos y costumbres no sean reconocidos cuando se quiere dirimir un conflicto comunitario”.

Un punto más, el respeto a la cosmovisión. Recordó el caso de los wixarikas diciendo: “no van a venir a ponerse mineras en Wirikuta, porque aquí está el venadito sagrado, el peyote. Y muchos mexicanos riéndose, diciendo: mira a esos indígenas, que no puede llegar el desarrollo minero por ahí porque quieren cuidar unos malditos cactos. Afortunadamente la comunidad artística y académica en México impulsó fuerte que se protegiera Wirikuta. ¿Aquí en Tlaxcala qué se podría proteger? Acaso donde van los nativos a pedir lluvia en mayo…”.

Y a su juicio lo más importante tal vez, la población indomestiza de Tlaxcala debería buscar la posibilidad de construir un proyecto de vida colectivo, distinto al del capitalismo hegemónico. “Una manera de vivir a nuestro modo. Esta mirada urbanista de por qué aquí no tenemos grandes edificios verticales, por qué hay pequeños huertos de traspatio… Qué les pasa, desde la carretera se ve re feo, todo desordenado, un burro, un gallinero, como muy atrasado; ¿cuándo Tlaxcala será moderno? Pero si el tlaxcalteca tiene lógica su vida, eso hay que echarlo a andar distinto, un modo de vida distinto a este capitalismo hegemónico y a esta urbanización rampante”.

“En el intento de ser indio otra vez”, la población indomestiza de Tlaxcala debería renunciar al canto de las sirenas y la simulación de los “gobernadores indígenas”, que “no gobiernan nada ni son indígenas”, quizá al encanto de los “pueblos mágicos”. “Presidente (municipal) te declaro mágico tu pueblo; te va a venir a ver un montón de gente, las señoras van a vender un montón de chilaquiles… ¡Desarróllate!”. Al encanto de la explotación turística de su patrimonio cultural y natural. Es poner en valor el aire puro de un bosque; la fauna, la flora, la biodiversidad. “Y alguien le pone valor, pero ese alguien se lo lleva para su bolsa porque la gente que vive ahí no recibe mucho. Sería bueno que después de un tiempo de explotarlo económicamente, se hicieran reservas ecológicas, replantaran, pero no es lo predominante”.

Los nahuas, acolhuas y yuhmú de Tlaxcala son pueblos originarios indomestizos que, a pesar de la alianza colonial, forman parte de las clases sociales explotadas, nativos racialmente discriminados, “minorías étnicas” cuyas lenguas están amenazadas, campesinos pobres de los mundos rurales, migrantes trasnacionales.

Pero también los “indios” de Tlaxcala contemporánea viven en zonas “rururbanas”, visten como catrines, son políglotas, tiene éxito económico, poder político y estudios universitarios… “Hay como dos realidades en estos sujetos del indigenismo”.

Están defendiendo el territorio, el caso de Atlahapa; están intentando que la educación en lengua nativa vaya desde la primaria hasta la universidad; en Cuauhtenco que sus autoridades por usos y costumbres sean electas no solo a nivel de comunidad, sino lleguen hasta los diputados. Ixcotla lo ha dicho ya: ¿por qué no podemos proponer un diputado? Han participado en la consulta previa, pública, libre e informada para la creación de la (Universidad) Intercultural, intentan ser reconocidos por el INPI como pueblos originarios o comunidades equiparables.

La desindianización y desindigenización se va sustituyendo por una re-etnización que navega en las aguas turbias de los neo indigenismos.

contacto: piedra.de.toque@live.com

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