Dom. May 19th, 2024

Heriberto Acuña

Primera parte

Llegué a Radio Al plano en la primavera de 1989, invitado por Mario García para cubrir la licencia de maternidad de Elizabeth Rojas. Esos tres meses fueron determinantes para que hasta el día de hoy trabaje en una emisora de radio pública. Inicialmente tuve a cargo la elaboración de la programación musical, asesorado por Elia Fuente, de Radio Educación. Como muchos de los que pasamos por la radio, llegué a ser operador, participar en algunas series dramatizadas y hasta cubrir turnos de locución. Las nuevas generaciones de radioescuchas de la silenciada emisora cultural de Tlaxcala quizá no la asocien con nombres como Ignacio, Efrén, Ulises, Saúl, Yolanda, Verónica, Edgar, Felipe de Jesús, Rodolfo, los dos Víctor y yo, entre otros. 

Lo que aquí comparto, sin el rigor académico que quisiera, es a partir de una serie de recuerdos que nunca imaginé tener que plasmar. De ahí que puedan existir algunas imprecisiones que, espero, animen a más actores a hacer sus aportaciones. 

Considero que la gravedad de los hechos (me) obliga a no ver solo con nostalgia y conformidad el “cierre de un ciclo”; mi aportación, basada en años de trabajo en los medios públicos, es un esfuerzo por ayudar a entender las condiciones o escenarios que han permitido que Radio Altiplano, su señal e infraestructura, haya pasado a manos de El Heraldo Radio, además del impacto de esta decisión en sus audiencias que la recibían a través de la señal al aire e Internet. 

Reitero la invitación a más actores para que sumen sus experiencias, puntos de vista y propuestas en la reflexión y discusión de un tema que atañe a quienes participamos, de alguna manera y en diferentes momentos, en la construcción de la cultura en Tlaxcala.

El 9 de septiembre de 1987 se publicó en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Tlaxcala el ACUERDO que establece las modalidades por medio de las cuales el Gobierno del Estado de Tlaxcala, realizará la política de producción, transmisión y divulgación en los medios de Comunicación Electrónica, Radio, Cine y Televisión en los que participe mayoritariamente o forme parte de su patrimonio1. Con ello se creaba la Coordinación de Radio, Cine y Televisión (Coracyt).

Antes, el 11 de marzo de 1986 inició transmisiones Radio Altiplano, como parte de un proyecto impulsado desde el Instituto Mexicano de la Radio (IMER) para que en las entidades del país se establecieran emisoras de radio públicas. La cabina de transmisión, el estudio de grabación y las oficinas se encontraban al fondo de la Casa de Piedra; la antena y el transmisor se ubicaban en Las Ánimas.

En esa época no ponía mucha atención a cuestiones administrativas o legales, pero recuerdo que la emisora pertenecía al Instituto Tlaxcalteca de la Cultura (ITC); sin embargo, seguramente la creación de la Coracyt permitió aglutinar en una sola instancia a Radio Altiplano, Radio Tlaxcala (la TT) Televisión de Tlaxcala (su antecedente fue TRM), la Sala Miguel N. Lira y Radio Calpulalpan.

La Coracyt tiene entre sus funciones a) Celebrar acuerdos y convenios con las instancias administrativas correspondientes, que permitan utilizar los permisos federales para el uso de frecuencias de transmisión de radio y televisión, a fin de contribuir a difundir las manifestaciones educativas, políticas, sociales y culturales de los habitantes del Estado, mediante una programación que estimule su participación

Desde mi punto de vista, en este inciso (Artículo Cuarto del Acuerdo) se establece el carácter público de un medio de comunicación, por lo menos para la época. Este carácter se perfila de mejor manera en los incisos que le siguen, al hacer énfasis en el papel que un medio de comunicación público tiene en la formación de comunidades y el fortalecimiento de la identidad, además de la atención y orientación a diferentes perfiles de audiencia en temas como “[…] las prácticas sanitarias y medidas preventivas para el adecuado cuidado de la salud […]” o “[…] la conservación y cuidado del medio ambiente, los valores humanos en la niñez y la educación cívica”.

Entre otras cosas, se puede concluir que el establecimiento de emisoras públicas en las entidades fue, y debería seguir siendo, parte de una política por descentralizar la cultura, la información, la atención a los temas que ya he señalado y mucho más. 

En el Acuerdo citado se habla de las Unidades Administrativas que entonces constituyeron la Coracyt, no se señala los medios que la integraban, solo se hace referencia a “[…] los medios de comunicación […] en los que [el Gobierno del Estado de Tlaxcala] participe mayoritariamente o forme parte de su patrimonio”. Antes de revisar este punto, es importante recordar que la Ley Federal de Radio y Televisión de 1960 establecía dos modalidades de emisoras: concesión, para uso comercial, y permiso, para las “estaciones oficiales, culturales, de experimentación, escuelas radiofónicas o las que establezcan las entidades y organismos públicos para el cumplimiento de sus fines y servicios”, (DOF, 19 de enero de 1960).

La parte por resaltar de esta Ley es que las estaciones con permiso lo podían perder en el caso de “III. Transmitir anuncios comerciales o asuntos ajenos a aquéllos para los que se concedió el permiso” (Artículo 37). Por lo anterior, una emisora de este tipo, al no poder comercializar espacios estaba obligada – ¿condenada? – a vivir de los recursos asignados a través del Presupuesto de Egresos de cada año. Esto, que todavía sucede, también implicaba que, al depender de las políticas de cada administración, el presupuesto podría incrementarse o disminuirse con las consecuencias que cada caso implica.

Más tarde entendí que en un inicio Altiplano operaba bajo un permiso y luego cambió a concesión. Quizá ahí está una de las razones que la llevaron a su condena, pero para entonces esa condición le permitía comercializar espacios y, por tanto, generar ingresos que disminuyeran la carga en el presupuesto estatal. Así que la emisora adoptó un perfil particular: un contenido cultural, pero con la posibilidad de transmitir comerciales. Quizá el esquema no siempre funcionó, si los anunciantes encuentran poco atractivos los contenidos para el público meta de sus negocios, la inversión en publicidad que hagan no será suficiente para mantener los gastos de operación y mucho menos generar ganancias, algo que puede ser atractivo para quienes creen que los medios públicos deben dejar dividendos económicos (la caja chica). 

Y entonces ¿cuál es el estatus legal de las emisoras de radio que son gestionadas por la Coracyt? Para responder hay que recurrir al documento Infraestructura de estaciones de radio AM y FM al 02 de octubre de 20232elaborado por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT).

POBLACIÓN PRINCIPAL A SERVIRTIPOTIPO DE USOCONCESIONARIO/ PERMISIONARIODISTINTIVOBANDAFRECUENCIA MHZ
CALPULALPANCONCESIÓNPÚBLICOGOBIERNO DEL ESTADO DE TLAXCALAXHCALFM94.3
TLAXCALACONCESIÓNCOMERCIALRADIO ALTIPLANO F.M., S.A. DE C.V.XHTLAXFM96.5
TLAXCALACONCESIÓNCOMERCIALVOZ E IMAGEN DE TLAXCALA, S.A. DE C.V.XETTAM1430

Elaboración propia a partir de Infraestructura de estaciones de radio AM y FM al 02 de octubre de 2023.

Como puede apreciarse, bajo el marco de la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión de 2014 (última reforma DOF 20-05-2021) la emisora que transmite desde Calpulalpan opera bajo el régimen de concesión para uso público, lo que significa que se “Confiere el derecho a los Poderes de la Unión, de los Estados, los órganos de Gobierno del Distrito Federal, los Municipios, los órganos constitucionales autónomos y las instituciones de educación superior de carácter público para proveer servicios de telecomunicaciones y radiodifusión para el cumplimiento de sus fines y atribuciones”. (Artículo 67, numeral II).

Y se aclara que “En este tipo de concesiones no se podrán explotar o prestar con fines de lucro servicios de telecomunicaciones, de radiodifusión o capacidad de red, de lo contrario, deberán obtener una concesión para uso comercial”. (Ídem). Otra vez el candado a generar recursos propios.

Los casos de Radio Altiplano y Radio Tlaxcala son diferentes. Ambas operan bajo el régimen de concesión de uso comercial que “Confiere el derecho a personas físicas o morales para prestar servicios públicos de telecomunicaciones y de radiodifusión, con fines de lucro a través de una red pública de telecomunicaciones”. (Artículo 67, numeral I). Otra cosa que se debe tener presente es que las concesiones están asignadas a dos empresas, en este caso paraestatales porque no podría ser de otra manera. Esto no es nuevo, ya antes se señaló que un determinado momento Altiplano pasó de tener un permiso a operar bajo una concesión, de acuerdo con la Ley de 1960, y esto fue posible gracias a la existencia de Radio Altiplano F.M., S.A. de C.V. La historia de la TT es harina de otro costal. 

Hasta aquí la información que, considero, es el piso para analizar lo sucedió con Radio Altiplano.  

Segunda parte

A manera de recapitulación.

El Gobierno del Estado de Tlaxcala cuenta dentro de su estructura con la Coordinación de Radio, Cine y Televisión, como responsable de la administración y operación, entre otras cosas, de las frecuencias de radio que el Instituto Federal de Telecomunicaciones le ha otorgado en concesión. Una de estas frecuencias, con el nombre comercial de Radio Calpulalpan, cuenta con una concesión de uso público. Las otras dos, Radio Altiplano y Radio Tlaxcala, son concesiones para uso comercial otorgadas a través de dos empresas paraestatales.

Radio Altiplano se caracterizó por su vocación de servicio, fue la emisora de radio cultural por excelencia de la entidad. Puede haber quienes piensen que esto limitó la posibilidad de aprovechar el tipo de concesión bajo la que operó para la generación de recursos económicos, dirán: la cultura no es negocio que reditúa (económicamente).

El 8 de marzo de 2013, en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Tlaxcala, se publicó el Reglamento interior de la Coordinación de Radio, Cine y Televisión, (Coracyt), documento en el que se encuentran las disposiciones que “[…] tienen por objeto regular [su] estructura, organización, funcionamiento, y atribuciones […]”. Si bien se hace referencia a la existencia de una Dirección de Radio como parte de su estructura, con sus facultades y obligaciones, al igual que en el Acuerdo que le da origen, no se mencionan las emisoras/frecuencias de radio a su cargo.

Hay que recordar que, como se señala en su Acuerdo de creación (POGET, 09/09/1987), una de las razones de ser de la Coracyt es realizar “la política de producción, transmisión y divulgación en los medios de comunicación electrónica, radio, cine y televisión en los que participe mayoritariamente o forme parte de su patrimonio”. Como Radio Altiplano F.M., S.A. de C.V. es una empresa con participación del Gobierno del Estad03, a la que se le ha otorgado el título de concesión única para uso comercial de la “frecuencia de radiodifusión 96.5 MHz, a través de la estación de radio con distintivo de llamada XHTLAX-FM, en la localidad de Tlaxcala, Tlaxcala”4, el marco jurídico indica que la administración de Radio Al plano es competencia de la Coracyt.

Por si todavía quedan dudas en este aspecto, en el Artículo 7, numeral I, del citado reglamento se señala que la Coracyt podrá “Celebrar acuerdos y convenios con las instancias administrativas correspondientes, que permitan utilizar los permisos federales para el uso de frecuencias de transmisión de radio y televisión […]”.

Ahora bien, aunque existe una dependencia encargada de la operación de Radio Altiplano, el Gobierno del Estado, a través de una empresa paraestatal, es el responsable de la gestión de un medio de comunicación que forma parte del patrimonio de Tlaxcala y que, desde su origen, tuvo una vocación de servicio a la sociedad.

Ciertamente, no es una afirmación novedosa para muchos, como tampoco lo es el hecho de que existe un marco jurídico que da, o debiera dar, sustento a todo acto de la administración pública estatal con referencia a los medios de comunicación concesionados al Gobierno del Estado, sin importar si son comerciales o de uso público.

Antes de pasar a revisar el actuar del Gobierno del Estado, es imprescindible señalar que Radio Altiplano F.M., S.A. de C.V. no solo posee un Título de concesión única para uso comercial, sino que además cuenta con el título de concesión para usar, aprovechar y explotar bandas de frecuencias del espectro radioeléctrico para uso comercial. Esto significa, entre otras cosas, que “Los concesionarios podrán dar en arrendamiento, únicamente bandas de frecuencias concesionadas para uso comercial o privado […] previa autorización del Instituto5. Es decir, Radio Al plano F.M., S.A. de C.V. está facultada legalmente para dar en arrendamiento la frecuencia de radiodifusión 96.5 MHz, con distintivo de llamada XHTLAX-FM, conocida comercialmente como Radio Altiplano.

Como lo deja ver el Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano (SPR), en su comunicado 756, no se cuestiona (en principio, agregaría) la legalidad del acto a favor de la empresa GA Radiocomunicaciones, S.A. de C.V., perteneciente al grupo corporativo El Heraldo, con nombre comercial Heraldo Radio.

Pero antes de terminar convencido que todo está en orden, aquí están algunas preguntas que surgen de lo que se ha escrito hasta el momento, las y los lectores seguramente tendrán muchas más.

¿Cuáles son los términos del contrato de arrendamiento? Lo que incluye su duración y la contraprestación económica a favor del Gobierno del Estado.

¿Qué parte de la infraestructura de radiodifusión propiedad del Gobierno del Estado está arrendada?

¿A qué se destinarán los ingresos económicos generados por el arrendamiento?

¿Existe una cláusula de cancelación en el contrato de arrendamiento?

¿Cuál es la información entregada por las partes al IFT para que se autorizara el arrendamiento?

¿Cómo está constituida la paraestatal Radio Altiplano F.M., S.A. de C.V., quiénes son sus accionistas, cuál es su porcentaje de participación y cómo está integrada su Asamblea de Accionistas?

La Asamblea de Accionistas, que suele ser la figura de mayor peso en una S.A. de CV., ¿únicamente dio prioridad al aspecto económico o se ponderó el beneficio a la sociedad al momento de autorizar el arrendamiento?

¿La Asamblea de Accionistas tiene autonomía en las decisiones o actúa por mandato?

Si bien la figura de arrendamiento existe en la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, ¿el hecho contraviene algún ordenamiento legal del ámbito estatal? Como por ejemplo el Acuerdo de creación de la Coracyt y su Reglamento.

¿Qué beneficios puede dar a Tlaxcala el arrendamiento de la frecuencia 96.5 MHz que sean mayores al servicio social que Radio Altiplano ofreció durante tantos años?

¿Los beneficios son económicos o de contenido?

¿Los contenidos que ahora transmite Heraldo Radio son de interés para las audiencias de Tlaxcala?  En este apagón ¿se vulneraron los derechos de las audiencias?

De acuerdo con la Ley de transparencia y acceso a la información pública del Estado de Tlaxcala, y en su calidad de sujeto obligado, ¿el Gobierno del Estado tiene disponible la información generada en el proceso que dio como resultado el arrendamiento de la frecuencia en que transmitía Radio Altiplano?

¿Qué le espera a Radio Tlaxcala, Radio Calpulalpan, Televisión de Tlaxcala y la Sala Miguel N. Lira?

En este asunto ¿cuáles son las fronteras entre lo legal, lo ético y lo moral?

Muchos temas que abordar en la próxima entrega.  

Tercera parte

A manera de recapitulación.

En principio, el marco legal permite que la frecuencia de radiodifusión para uso comercial que Radio Altiplano F.M., S.A. de C.V. tiene concesionada, haya sido rentada a GA Radiocomunicaciones, S.A. de C.V., perteneciente al grupo corporativo El Heraldo. Sin embargo, el papel que Radio Altiplano ha jugado en la difusión y promoción de la cultura en Tlaxcala y la región, obliga a reflexionar sobre las implicaciones negativas que este hecho tiene sobre las audiencias, sobre todo cuando, al ser parte del patrimonio del Gobierno del Estado, tiene el carácter de medio público.

Desde su fundación Radio Altiplano fue reconocida como la radio cultural de Tlaxcala. Su impacto llegó no solo a la entidad, también a la región, principalmente en la capital poblana, mucho antes de que surgiera el Sistema de Información y Comunicación del Estado de Puebla (2011) e incluso Radio BUAP (1997).

El contenido de los programas y el perfil musical son dos elementos fundamentales que definen el carácter de una emisora. Para el caso que nos ocupa, en el primer aspecto hay que considerar las producciones propias que se transmitían, enfocadas a abordar temas locales: noticias, cultura, historia, lenguas originarias, tradiciones, salud, por mencionar algunos. Sobre la música, el eje lo constituyeron aquellos géneros y subgéneros que tienen poco o nulo espacio en la radio comercial: jazz, rock, clásica, folclor mexicano y del resto de América Latina, afroantillana, expresiones de diversas épocas y regiones del mundo, sin faltar corrientes emergentes. Aunque cada administración trató de imprimir su propio sello, la emisora y su propuesta habían soportado los cambios, hasta hace poco.

No se debe olvidar que, en esencia, Radio Altiplano fue una extensión de un modelo de radio cultural, educativa y de servicio social que Radio Educación, principalmente, definió hace mucho tiempo. La colaboración con esta institución, a veces intermitente, permitió que por el 96.5 de FM (en Tlaxcala7) se escucharan series como Estrenando cuerpo (1989-1991) o la Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España (1991-1992), en cuya producción participó la Coracyt8. Igualmente, en diferentes momentos se transmitieron los conciertos de la Orquesta Sinfónica Nacional o, desde Guanajuato, el Festival Internacional Cervantino, entre muchos otros materiales. Dos colaboraciones más a destacar son las que se tuvieron con Radio Francia Internacional y con Radio Reșița, de Rumania.

De todo lo que se ha escrito hasta aquí, especial mención se debe hacer de los espacios dedicados, de manera constante, persistente, al público infantil.

Lo anterior no se menciona para alimentar la nostalgia y es mular los lamentos, es para insistir, quizá de una manera muy simple, lo que es una radio cultural, educativa y de servicio social, y lo que se acaba de perder con el apagón de Radio Altiplano. A estas alturas, tampoco es una afirmación novedosa.

Más allá del tipo de concesión otorgada a una empresa con participación del Gobierno del Estado de Tlaxcala, de la posibilidad de ser explotada comercialmente, de los vaivenes sexenales, de las infaltables ocurrencias de algunos directivos, problemas económicos o retos tecnológicos, Radio Altiplano fue la respuesta a una parte de las obligaciones que el gobierno local tiene con la población de la que es responsable y representa. Población que tiene derechos y la facultad de exigir que estos se atiendan y respeten.

Se ha insistido que, entre las obligaciones y atribuciones de la Coracyt, hasta hace unos días a cargo de la operación de Radio Altiplano, están:

III. Fomentar el conocimiento y la valoración de las tradiciones y costumbres, a fin de promover la integración y la identidad cultural de los tlaxcaltecas;

IV. Promover a través de la emisión de programas el turismo del Estado, la conservación y cuidado del medio ambiente, los valores humanos en la niñez, juventud y la educación cívica;

V. Divulgar las actividades culturales que realizan las instituciones Municipales, Estatales, Federales y asociaciones civiles;

VI. Establecer un vínculo permanente entre la población y las instituciones que prestan servicios a la comunidad;

Y otras más que las y los lectores pueden conocer detenidamente en el Reglamento interior de la Coordinación de Radio, Cine y Televisión (POGET, 08/03/2013). Pronto llegará el momento de abordar la reforma realizada a este documento en 2018.

Para finalizar con este tema, de acuerdo con el portal de transparencia del Gobierno del Estado9, las metas y objetivos de la Coracyt, y de los medios a su cargo, consideran para 2023, en resumen: ofrecer a las audiencias nuevos contenidos en radio, de opinión y análisis, cultura taurina y musicales. Spots, cápsulas, entrevistas, notas informativas y programas relativos a la inversión y el desarrollo económico del Estado, al patrimonio, cultura y turismo, para fortalecer la educación, para fomentar el deporte entre los jóvenes, relativos a la prevención de enfermedades, fomentar a la salud (sic) y servicios de salud, relativos a la seguridad y la prevención del delito, relativos a la igualdad de género, relativos a la participación ciudadana en la denuncia y prevención del delito, y relativos a derechos humanos.

Si los objetivos de la Coracyt y de Radio Altiplano están perfectamente definidos, ¿por qué la señal insignia de la radio cultural en Tlaxcala terminó rentada al grupo corporativo El Heraldo?

La primera hipótesis que surge es del ámbito económico: el gobierno local carece de recursos para afrontar los gastos de los medios que le han sido concesionados directamente o a través de empresas de participación estatal (paraestatales).

Es posible imaginar que el financiamiento pueda ser un problema para las emisoras con concesión de uso público (las que no pueden vender publicidad, como Radio Calpulalpan o la emisora de la Universidad Autónoma de Tlaxcala). La permanente demanda de recursos económicos de un medio como la radio, y todavía más la televisión, puede llegar a ser una carga para el presupuesto de cualquier nivel de gobierno, asociación civil u otra entidad que logre hacerse de una frecuencia. Debe existir una muy buena estrategia para tener el dinero suficiente y mantenerse al aire.

La Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, en su Artículo 88 dice: “Para el cumplimiento de sus fines, la operación de las concesiones de radiodifusión de uso público se financiará con presupuesto público que garantice su operación”. Y agrega otras opciones, como donativos en dinero o en especie, “venta de productos, contenidos propios previamente transmitidos”, patrocinios, proyectos de financiamiento y convenios de coinversión.

De entre estas opciones, el patrocinio, entendido como “El pago en efectivo o en especie que realiza cualquier persona física o moral, a fin de que se haga la mención o presentación visual de la denominación, razón social, marca o logotipo de la persona que realizó el pago” (Artículo 88 numeral XL de la citada Ley) suele ser uno de los recursos más socorrido para recaudar fondos. Se debe entender que hay una diferencia entre la “mención de la denominación, razón social, marca” de quien hizo el pago (este programa fue patrocinado por…) y la explicación amplia y detallada de los servicios que ese “patrocinador” ofrece al público, lo que convierte al “patrocinio” en un anuncio comercial.

Pero Radio Altiplano es una concesión para uso comercial, entonces ¿no vendía lo suficiente para mantenerse?

Además del papel que un medio público tiene frente a sus audiencias, algunas administraciones saben que una radio, por ejemplo, es un buen mecanismo para difundir sus logros, que pueden incluir beneficios para la población. También, les ayuda a posicionar su discurso político, relevante en épocas de campañas electorales. Bajo esos intereses deciden hacer inversiones importantes en infraestructura, equipamiento y producción. Pero hay a quienes no les resulta atractivo.

En el ACUERDO que reforma y adiciona diversas disposiciones del reglamento interior de la Coordinación de Radio, Cine y Televisión[1]0, se señala que las modificaciones se realizaron “a efecto de que la CORACYT como encargada de la operación y administración de los canales de televisión y estaciones de radio cuenten con el marco normativo debidamente armonizado con la legislación de la materia y le permita cumplir con el objeto para el que fue creado”.

De este documento destaca que, ahora sí, se mencionan las frecuencias concesionadas al Gobierno del Estado de Tlaxcala: Radio Calpulalpan y Televisión de Tlaxcala. Aunque no hace referencia a las concesionadas a Radio Altiplano F.M., S.A. de C.V. y a Voz e Imagen de Tlaxcala, S.A. de C.V., se reitera que el objeto de la Coracyt es “coordinar las tareas que en materia de radio, cine y televisión realicen las dependencias y entidades del sector central y descentralizado o paraestatal”. Y en cuanto al financiamiento se señala:

XV. Operar las concesiones, con los siguientes tipos de recursos:

A) Concesiones públicas11:

1 Asignación presupuestal aprobada por el Congreso del Estado.

2 Los obtenidos por patrocinios y donativos en dinero o en especie.

3 Financiamientos para la producción o difusión de contenidos afines a los objetivos del servicio.

4 Los que permita la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, y demás legislación aplicable.

B) Concesiones comerciales12:

1 Asignación presupuestal aprobada por el Congreso del Estado.

2 Los obtenidos por comercialización de espacios publicitarios y tiempo aire, intercambio de servicios, patrocinios, y demás que permita la Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión, y demás legislación aplicable.

Se concluye que, para ambos tipos de concesiones, el Gobierno del Estado tiene contemplado un presupuesto, autorizado por el Congreso del Estado, para hacer frente a los gastos que se derivan de la operación de los medios públicos a su cargo. En segundo lugar, para complementar estos gastos, considera las opciones para la captación de recursos que la Ley ofrece.  

Las preguntas que surge de lo aquí planteado son:

¿No han existido estrategias eficaces para hacerse de recursos?

¿Se consideró innecesario dedicar tiempo y recursos para diseñar estas estrategias?

¿Resultó más práctico optar por la renta de la señal y su infraestructura?

¿Es posible la existencia de una radio con contenido cultural, educativo y de servicio social que genere recursos económicos a través de la venta de publicidad?

¿En realidad es un problema económico?

Y se debe reiterar, ¿qué le espera a Radio Tlaxcala, Radio Calpulalpan, Televisión de Tlaxcala y la Sala Miguel N. Lira?

Cuarta y última parte

A manera de recapitulación.

Aunque existe un marco legal que contempla opciones para financiar a Radio Altiplano y el resto de los medios públicos que le han sido concesionados, el Gobierno del Estado decidió rentar la señal y la infraestructura de la emisora que, durante años y a pesar de los vaivenes sexenales, se había caracterizado por su perfil cultural y de servicio a la sociedad. 

Cuando se supo del fin de Radio Altiplano fue porque en ese preciso momento enmudecieron su señal. No hubo una explicación del por qué, el cómo y en qué condiciones se había llegado a esa decisión. No hubo transparencia ni respeto hacia las audiencias. Se hicieron a un lado dos elementos básicos de una sociedad democrática y participativa. 

El aspecto económico es una de las hipótesis que se pueden plantear como razón para rentar la señal. Otra e la que tiene que ver con los contenidos.

De acuerdo con su sitio, El Heraldo de México opera 13 señales de radio13 y no es difícil darse cuenta de que el contenido es esencialmente el mismo en todas. Es de suponer que el Instituto Federal de Telecomunicaciones tomó en cuenta “Que [en el arrendamiento] no se generen fenómenos de concentración, acaparamiento o propiedad cruzada”, (LFT, Artículo 104, numeral IV). Se infiere que la operación de 13 señales no es una concentración y/o acaparamiento.

Desde mi punto de vista, el modelo de radio comercial que representa El Heraldo Radio ofrece un panorama informativo y de opinión desde el centro del país; esto no es malo cuando las audiencias están interesadas y demandan ese tipo de contenidos. También se puede especular que el hecho responde a la estrategia de difundir un solo discurso, que busca un impacto nacional, por ejemplo, cuando se vive la efervescencia de un proceso electoral.

Cabe preguntarse si estos son argumentos suficientes para hacer a un lado contenidos locales en un medio que la gente ha hecho suyo, algo que es parte de la razón de ser de la radio pública. 

¿Qué futuro le espera a Radio Altiplano, al resto de los medios públicos operados por el gobierno del Estado a través de la Coracyt, y a la Sala Miguel N. Lira? Hay muchas respuestas, por ejemplo, que:

  • El contrato firmado con GA Radiocomunicaciones, S.A. de C.V. llegue a su término y la señal de Radio Altiplano se recupere en mejores condiciones, para que, con un plan adecuado, vuelva a ser una emisora de servicio público. Una variante de esto es esperar a que termine la presente administración estatal.
  • La sociedad y los diferentes actores de la cultura y de los medios públicos, principalmente de la entidad, participen en acciones para su recuperación. El hecho de que, ante el cuestionamiento de un reportero, el presidente haya abordado el tema en su conferencia matutina del 18 de octubre abre más variantes al desenlace.
  • En la búsqueda de un equilibrio, como lo señaló el mandatario, se abran algunos espacios con contenidos locales, suficientes para dar la impresión de que Radio Altiplano regresó.
  • Al ser una decisión del Ejecutivo estatal, se mantenga el arrendamiento y algo similar suceda con el resto de los medios. Pero en este caso se debe recordar que el arrendamiento solo es aplicable a concesiones de tipo comercial, como lo es Radio Tlaxcala. Radio Calpulalpan y Televisión de Tlaxcala son concesiones para uso público y no se pueden arrendar, a menos que se cambie el tipo de título o exista otro argumento legal. Bajo la lógica del arrendamiento, ¿la Sala Miguel N. Lira pasaría a manos de alguna empresa dedicada a la exhibición de películas? El vínculo con la Cineteca Nacional ha sido provechoso desde hace muchos años, así que sería desafortunado que se perdiera. 
  • Aunque haya una rectificación y se recupere la señal (habrá que ver a qué costo), se convierta en el patito feo de la administración y muera de inanición. 
  • Bajo el argumento de que las nuevas tecnologías han desplazado a los medios tradicionales, no vale la pena mantener las señales de radio y televisión, y es mejor reintegrar las frecuencias al Instituto Federal de Telecomunicaciones (ni para dios ni para el diablo).
  • Ya recuperada la señal, se valore si su título de concesión se debe mantener como de uso comercial o debe pasar a ser de uso púbico. Esto sería una de las posibles estrategias para evitar situaciones como la actual. ¿Qué implica? De inicio que se reconozca el valor de los medios públicos, su impacto positivo en la sociedad y por tanto que los recursos para su operación se vean como una inversión y no como un gasto. Tampoco hay que olvidar que la radio pública implica más cosas, como el derecho a la información, la imparcialidad, la libertad de expresión, la atención a diferentes sectores de la población, etc.
  • El interés de la sociedad, a partir de las diferentes comunidades que la integran, genere nuevos espacios en los que se pueda recrear y mejorar aquello que desde Radio Altiplano ha sido significativo para varias generaciones. Si el gobierno, del nivel que sea, no da alternativas, la opción es generar proyectos autogestivos.

Recuerdo que hace más de 30 años un grupo de jóvenes buscábamos espacios para participar de la cultura, como actores o como espectadores, incluso alguien hablaba del “círculo móvil de cultura”: los mismos estábamos en todos los eventos. Muchas veces los medios a cargo del Gobierno del Estado ofrecieron esos espacios, algunos tuvimos la oportunidad de trabajar en ellos, otros de difundir su trabajo. Y cuando esos espacios no existían se buscaba la manera de crearlos.

De los comentarios que pude leer en las redes luego del cierre de Radio Altiplano, los más abundantes hicieron referencia a la desaparición del espacio dirigido al público infantil. En otros me pareció que había melancolía e incluso conformismo. De mi parte no puedo quedarme con solo decir que fue una buena etapa de mi vida, que voy a extrañar a Radio Altiplano y a llenarme de nostalgia desde mi status quo. Por otro lado, lo que me desconcierta es la poca participación crítica de más actores de la vida cultural de Tlaxcala. Espero que solo sea una impresión provocada por la distancia y el tiempo. 

Como lo dije al inicio de estas reflexiones, puede haber imprecisiones y seguramente hay puntos de vista muy personales, por ello queda abierta la invitación a hacer más aportaciones. No hay que echar en saco roto la importancia de registrar la historia de una radio que ha sido significativa para Tlaxcala: nuestra Radio Altiplano.

Y que lo sucedido con una emisora de radio sea un aviso de lo que podría pasar con otros espacios culturales y educativos.

NOTAS

1 El énfasis en redondas es del autor

2 https://rpc.ift.org.mx/vrpc/visor/downloads, consultado el 5/10/2023.

3 https://www.radioaltiplano.mx/acerca-de/presentacion.html, consultado el 08/10/2023.

4 Título de concesión única para uso comercial que otorga el Instituto Federal de Telecomunicaciones para prestar servicios públicos de telecomunicaciones y radiodifusión, a favor de Radio Altiplano F.M., S.A. de C.V.

5 Artículo 104, Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión. Última Reforma DOF 20-05-2021.

6 https://www.spr.gob.mx/comunicados/2023/comunicado75.html, consultado el 09/10/2023

7 Curiosamente, la señal en FM de Radio Educación en la Ciudad de México se transmite en la misma frecuencia.

8 Otra coproducción de Radio Educación y la Coracyt es Canción de la esperanza (1993).

9 https://transparencia.tlaxcala.gob.mx/index.php

10 Periódico Oficial No. Extraordinario, mayo 17 del 2018.

11 Radio Calpulalpan y 5 canales de Televisión de Tlaxcala

12 Radio Altiplano y Radio Tlaxcala

13 https://heraldodemexico.com.mx/radio/

Aclaración de Piedra de Toque:

La presente colaboración de Heriberto Acuña fue elaborada en diferentes momentos a lo largo de tres semanas, lo que explica su tratamiento en términos de redacción.

contacto: piedra.de.toque@live.com 

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