José Luis Puga Sánchez
Fue la primera fiesta Japón-México y se realizó en Tlaxcala. En el teatro Xicohténcatl sucedió la muestra de guiños entre ambas culturas, en una idea y un programa montado por la cantante Carolina Ayala Lobato… y ese apresurado coqueteo generó una enorme expectativa de público.
Teatro lleno como hacía décadas no sucedía, incluso con el “portazo” latente por las decenas de personas en el vestíbulo intentando ingresar sin éxito, pues el aforo estaba a su máxima capacidad. Finalmente imperó la cordura y se retiraron.
En el acto de apertura, Yasujiro Matsumoto, presidente de la asociación México-japonesa, señaló que 127 años atrás llegaron los primeros migrantes japoneses al Soconusco, en Chiapas. Reconoció la contribución tlaxcalteca a la historia de México y abrió la posibilidad de nuevos eventos sociales y culturales en un próximo futuro.
El secretario de Cultura, Antonio Martínez Velázquez (Marvel), festinó el inaugurado contacto cultural entre ambos pueblos y subrayó el enorme potencial que puede detonarse, derramado finalmente sobre una ávida sociedad tlaxcalteca. Prometió un espacio con mayor aforo para siguientes eventos en este nuevo coqueteo Tlaxcala-Japón, lo que de facto confirmaría su continuidad, la de la política exterior, no la interior, por supuesto. Anunció también que serán invitados otros países, para abrir con ellos nuevos espacios de contacto.
El programa contó con un mensaje, enviado en video, del embajador de Japón en México, Noriteru Fukushima, quien agradeció la colaboración conjunta.
El Ballet Ginrei Kai México regaló un delicado espectáculo de danza tradicional japonesa, escuela fundada en 1848, expresión cultural que, en México, se formara en 1971, presentación inspirada en dos volcanes con nieves eternas: el monte Fuji y el Popocatépetl.
“México lindo y querido”, canción de chucho Monge escrita en 1943, fue interpretada con mariachi y cantada en japonés.
Ryukyukoku Matsuri Daiko es una expresión que combina baile y música tradicional de la isla de Okinawa, originalmente dedicada los muertos, pero ahora se escenifica en cualquier festividad, para promover la paz mundial. Su presentación hizo retumbar el Xicohténcatl con la intensidad de sus tambores.
Carolina Ayala Lobato, soprano formada en Bellas Artes, con participación ya en varios programas televisivos en Japón, integró un ensamble con tres cantantes, un coro escolar y la academia de danza de Tlaxcala, todos con ejecución de “música instrumental versátil”, para promover la apertura en los públicos hacia distintos lenguajes musicales.
La escuela de karate de Tlaxcala efectuó una rápida demostración de sus destrezas y el programa cerró con un concurso de cosplay, que es la participación de jóvenes caracterizados como personajes conocidos del anime japonés.
En la cafetería del teatro tuvo lugar una pequeña muestra gastronómica y, como símbolo del encuentro, la siembra en el Jardín Botánico de Tizatlán de un sakura, o árbol de cerezo, uno de los más importantes símbolos de la cultura japonesa… “y ojalá el próximo año este bellísimo árbol sakura-cerezo esté floreciendo en Tlaxcala”, había deseado minutos antes el embajador japonés.
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