Jue. Nov 21st, 2024
En la portada, la única fotografía

José Luis Puga Sánchez

Rendir homenaje a quienes “con su visión y liderazgo” transformaron nuestro estado, además de consolidar a Tlaxcala como “un bastión de historia y cultura, un referente a nivel nacional”, es el enfoque que reviste a la colección editorial Gobernadores, precisó la gobernadora Lorena Cuéllar en la presentación del primer volumen de esa antología, dedicado a Tulio Hernández Gómez.

La presentación de la biografía de Tulio Hernández tuvo lugar el 23 de septiembre en el Teatro Xicohténcatl, en acto presidido por la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, acompañada por la titular de Cultura local, Karen Villeda, la hija de Tulio, Helena Hernández, por Ignacio Tapia y por el escritor del libro, Alejandro Ipatzi Pérez.

El estallido, sin embargo, habría de ocurrir apenas horas después.

Bernardino Vázquez Mazatzi, reportero del medio digital de información Ojo de Águila, documentó el plagio por el autor de 19 párrafos de un texto biográfico del exgobernador escrito por quien solo refiere, extrañamente, como “J.F.M.”, iniciales de Jorge Fernando Martínez Meza, párrafos que Ipatzi transcribe íntegros, sin ninguna mención a la autoría original.

Dado el enorme matiz político que reviste la colección en general y el libro en particular, las reacciones de protesta, de encono, fueron paralelamente profusas. Artistas, investigadores, políticos y detractores hicieron sentir su voz de reproche.

Dos fueron los blancos seleccionados para la rechifla general: el autor, Alejandro Ipatzi Pérez, y Gabriela Conde Moreno, responsable del concepto editorial, del diseño de la colección y del cuidado de la edición.

EL HIJO LISIADO

El libro presenta una estructura cronológica lineal de la ruta de vida de Tulio Hernández, donde el autor asume el papel de narrador omnisciente (tipo de narrador que conoce todos los detalles de la historia, incluso lo que piensan y quieren los personajes; narra en tercera persona, como si estuviera mirando lo que ocurre), con lo que Ipatzi buscó novelar su biografía. Empero, esta técnica narrativa confiere al texto un matiz de literatura, de la imaginación, restándole veracidad, historiografía.

Sin embargo, por la razón que fuese no registró fuentes bibliográficas, documentales o testimoniales, salvo cuatro casos en las casi 90 páginas de su trabajo: dos trabajos periodísticos y la autobiografía de Silvia Pinal, entre ellos. No remite en ningún momento a la hija Helena Hernández, no menciona a ningún político contemporáneo o no del exgobernador, no se consignan documentos, periódicos, revistas o cualquier otra fuente de información.

El argumento de tratarse de una biografía literaria, o novelada, no le exime de la fidelidad informativa, pues la forma no debe modificar el fondo. El célebre trabajo periodístico de investigación “A sangre fría”, de Truman Capote, ha sido tomado muchas veces como una novela, pero en el libro los personajes tienen voz directa, hablan ellos, por tanto, se auto refieren. El trabajo investigativo de Capote le llevó cinco años.

El libro sobre Tulio carece de una visión fría, analítica, que diseccione al personaje y lo ubique en su tiempo, sitúe su labor y describa sus consecuencias. El lenguaje usado es extremadamente prolijo en adjetivos, todos encaminados a engrandecer al personaje en cuestión: visionario, de firme convicción, seductor… inteligente, hábil…. Muy visible es la intención de romantizar al personaje, alabarlo, rendirle culto, y, con ello, deshumanizarlo.

Por otra parte, una biografía demanda precisión, exactitud en las cifras, en las fechas, en los personajes, en los sucesos y su desarrollo, en sus participantes, en todos los elementos incluidos, pues se trata de delinear una vida real, así sea con técnicas literarias. La forma no debe modificar el fondo. Y el libro de Alejandro Ipatzi, en sentido opuesto, exuda ambigüedad, vaguedad que salta de página en página. Muchos cabos sueltos dejados así, sin la precisión que el tema o el momento descrito demande, puntos apenas esbozados, pero nunca mostrados en amplitud. Habla Ipatzi, como ejemplo, de un supuesto romance “comprobado” entre Tulio Hernández y María Félix, pero no ofrece ningún elemento que respalde ese romance, y menos esa eventual comprobación.

Consigna el triunfo de Tulio en las elecciones estatales del 2 de noviembre de 1980, con el 91.9 por ciento de los votos a su favor, información interesante a la luz del actual debate a raíz de la sobre-representación, pero Ipatzi no habla de los otros aspirantes a la gubernatura, ni de la votación a su favor, ni de la votación general, ni del abstencionismo… de nada más. Se presenta solo como una cifra fría, abstracta, sin su dimensión política, social e histórica.

El libro en muchos de sus párrafos es, también, una apretada enumeración de algunas acciones de gobierno, durante la gubernatura de Tulio, pero en estas partes se pierde lo novelar, sin profundizar en lo informativo.

Y muchos ejemplos más pululan en el volumen.

Tulio Hernández Gómez fue un personaje político muy popular antes, durante y después de su periodo de gobierno. Extremadamente difícil sería negar la existencia de miles de fotografías con él incluido. La biografía de Tulio con que se inaugura la colección Gobernadores, aparte de la portada, no tiene una sola fotografía, ¡ni una sola! Un personaje con una vida pública tan rica, tan visible, fue enterrado en la oscuridad del libro. Inexplicable… salvo…

El plagio está más que probado y por todos aceptado: 19 párrafos que Alejandro Ipatzi tomó del trabajo de Fernando Martínez sin autorización y sin el crédito correspondiente, adjudicándoselo para sí, automáticamente.

MEA CULPA

Apenas horas después de la presentación, el 23 de septiembre en el Teatro Xicohténcatl, de la biografía de Tulio Hernández Gómez escrita por Alejandro Ipatzi, el reportero Bernardino Vázquez Mazatzi habría de desnudar la indebida apropiación de 19 párrafos del trabajo realizado ya por Fernando Martínez… y de inmediato los muchos señalamientos resultaron filosos para el autor, Alejandro Ipatzi Pérez, y para la encargada del cuidado de la edición, Gabriela Conde Moreno, pues ambos tienen responsabilidad.

Tanta fue la presión mediática que el autor tuvo que salir a redes, mediante un video publicado el 30 de septiembre, en el cual acepta la reproducción sin crédito de los textos citados y asume la responsabilidad de su trabajo. Pide disculpas al autor, Fernando Martínez, y a “cada una de las personas a las que he defraudado al haber creído en el trabajo que yo entregué como producto final. También a cada una de las personas que de alguna manera sintieron que esto debió haber quedado mejor. Asumo el resultado. Fue un trabajo incompleto. Para todos los efectos que vaya a detonar esto, reitero (que) yo soy el que provocó todo esto”.

Días después Alejandro Ipatzi concede una entrevista a Piedra de Toque, en la cual informa que cinco meses antes de la presentación, en marzo, recibiría la confirmación institucional de que él sería el autor del primer volumen de la colección Gobernadores. Afirma, también, que en ese momento no se le dio fecha para entrega de su trabajo. La fecha de presentación le sería informada –asegura- alrededor de un mes antes del hecho.

Antes del aviso, “me estaba tomando el tiempo para reposar la información, para escribir, para novelarla”, pero una vez se le dio fecha de entrega, la presión se multiplicó. “Tiene que salir… tiene que salir”, le advirtieron con nerviosismo.

En ese momento tenía ya definida la estructura del libro, la cuestión era “rellenar por aquí, obtener más datos por acá, preguntar a más gente… Ir nutriendo todo”.

Su trabajo lo entregó a Gabriela Conde, como responsable de la edición, alrededor de tres semanas antes de la presentación, para que ella continuara el proceso.

En ese lapso de tiempo final, la comunicación entre ambos fue “no sabría decir si la habitual o lo que sea. Generalmente yo soy el editor (es director de Ediciones El Perro), yo soy el que recibe y me encargo de decir a mis escritores que está bien, o que vamos a hacer alguna modificación, o cosas por el estilo”. En fin –confesó-, se me vino encima el tiempo y eso complicó todas las cosas y “el resultado fue el que tú ya viste”.

Y ese “que está bien, o que vamos a hacer alguna modificación”, nunca lo recibió por parte de Gabriela Conde.

Piedra de Toque: En ese lapso entre que entregaste el trabajo hasta su presentación, ¿qué modificaciones se presentaron?

Ipatzi: Pues las que yo le pude… Mira, hay algo que me dijeron que a mí me genera todo este proceso. Conocen mi trabajo y saben que trabajo bien. Asumo que lo tomaron como que yo lo reviso, yo soy editor, y lo pasan así. Yo lo asumo… No lo sé. Digamos que confiaron mucho en mi trabajo y a diferencia de otros donde haya que revisar y ver y todo el rollo, y por la cuestión de los tiempos, se fue tal como lo mandé.

Piedra de Toque: O sea, ¿no hubo observaciones de ninguna especie a tu trabajo?

Ipatzi: No había manera de pensar que hubiera salido mal. ¿Me explico? Asumo así.

Piedra de Toque: ¿Qué piensas de toda la polémica suscitada después de la presentación? Lo plagiaste. Lo asumiste ya públicamente.

Ipatzi: Yo entiendo, por todos los procesos que se fueron dando, que mucho es mi responsabilidad. Con ese video (su aceptación pública del plagio) yo quise exentar toda la responsabilidad que pudieron haber tenido ellos, porque finalmente la intención es buena, la idea de hacer un catálogo de ese tipo me parece buena. Si, está el error de mi parte y lo asumo.

Piedra de Toque: pero ellos también tienen responsabilidad: hay un trabajo de edición…

Ipatzi: Sí, claro…

Piedra de Toque: el cuidado de la edición no se dio…

Ipatzi: Pero la edición salió bonita

Piedra de Toque: una cosa es la belleza y otra cosa es el contenido.

Ipatzi: Es que el contenido no había manera de saber que hay párrafos que no fueron trabajados lo suficiente.

Piedra de Toque: Por ejemplo, Adrián Moctezuma habló en redes, refiriéndose justamente a ti, de un programa de computación para revisar cosas como esta. Otros también hablaron de más programas.

Ipatzi: No lo conozco. Pero insisto que no había motivo para desconfiar de que hubiera hecho un mal trabajo. No puedes esperar que pasen cosas así… hasta que pasan.

Suscitado el sacudimiento post presentación, Alejandro dice haber hablado ya “con la gente con la que me sentí responsable”, así como con “quienes pudieron haberse sentido ofendidos”.

Piedra de Toque: ¿Con quienes hablaste?

Ipatzi: Pues con los involucrados

Piedra de Toque: ¿Pero quiénes?

Ipatzi: Por ejemplo, del autor del texto yo soy editor de muchos de sus libros. Hablé con él y le dije: cometí este error. Me dijo: no hay bronca.

Piedra de Toque: ¿Con quiénes hablaste?… ¡Dame nombres!

Ipatzi: Con Fernando (Jorge Fernando Martínez Meza), autor del texto del que tomé los párrafos. Con Gabriela (Conde Moreno) tuvimos una larga charla…

Piedra de Toque: ¿Qué se dijo?

Ipatzi: Todo lo que tenía que decirse.

Piedra de Toque: … ¿Qué?…

Ipatzi: Mi responsabilidad y la parte que le correspondía… Lo que yo hice, que no era esperable que sucediera algo así, básicamente.

Piedra de Toque: ¿Y eso lo justifica, lo explica?

Ipatzi: Pues no sé si lo justifica, si lo explica… Finalmente, las cosas ya sucedieron. Seguirle buscando ya no modificará nada.

Piedra de Toque: Evidentemente no, pero hay una serie de responsabilidades.

Alejandro aseguró tener resuelta la parte en que asume sus actos, asume las consecuencias, lo que “pueda perder”. Este error propone sirva como base para evitar su repetición en subsecuentes ediciones.

Piedra de Toque: En todo el libro, haces solo cuatro referencias a fuentes de información: dos periodistas, la autobiografía de Silvia Pinal y en todo lo demás no haces referencia, pareciera que es tuyo, y otras cosas las dejas muy sueltas. Más bien no parece biografía, parece novela.

Ipatzi: Mi idea era escribir la biografía del personaje, novelándolo. No me dio tiempo, a mí no me dio tiempo. Tenía que ser presentado. Hay la noción de que se va a presentar así; lo que tengas, pero se tiene que presentar”.

Acepta no haber citado casi ninguna fuente de información en el libro, porque “me ganó el tiempo. Había muchísimas cosas que pude haber hecho mejor. Solo me ganó el tiempo”.

Piedra de Toque: ¿Cómo quedaste con la Secretaría (de Cultura)?

Ipatzi: No sé ahorita, porque a partir de esto no he hablado más con ellos.

En cuanto a la serie de detractores al libro y a su trabajo, Ipatzi califica el hecho como “revelador” y sigue “poniendo énfasis en algo que yo he mencionado muchísimas veces en montones de foros: puede haber una rica vida cultural, pero el grueso de la población ni se entera, para bien o para mal. Quienes se hayan enterado de este rollo, son muy pocos, en comparación con aquellos a quienes no les importa nada de lo que sucede en este ámbito, que ni les afecta, ni les va, ni les viene… No me siento tan afectado. Tengo mi parte ética que estoy trabajando; la disciplina laboral que debo poner en cada cosa. Hay desplegados en redes de cosas más atroces que suceden en el resto de la vida pública de Tlaxcala, y tampoco pasa nada. Hay gente que habló de lo mal que yo hice… pero sé que ellos han hecho otras cosas… hay gente. Les di una oportunidad de sentirse por fin los grandes justicieros éticos de la moral y la cultura, pero también hacen sus cosas”.

EPÍLOGO

Seis días después de la presentación del libro, el 29 de septiembre, la Secretaría de Cultura, “a través del Museo Miguel N. Lira, encargado del Fondo Editorial”, sin señalar directamente a las personas implicadas responsables, difunde un escueto comunicado por el cual informa haber “detectado una serie de atribuciones y una serie de omisiones a fuentes originales por parte del autor”. Se expresa, en consecuencia, una “total condena a las infracciones a los derechos intelectuales” y se reconoce el trabajo original realizado por el maestro Jorge Fernando Martínez Meza.

Fue la única postura institucional hecha pública. No hubo ninguna otra valoración oficial al libro en su conjunto, ni a su contenido, ni al cuidado de la edición.

Con dos meses en el cargo, por tanto sin responsabilidad directa en el proceso, la titular de la dependencia, Karen Villeda, recordó que la colección Gobernadores fue creada para “abordar la vida de los políticos que han impulsado el crecimiento de nuestro estado”. En el caso del libro de Tulio Hernández, como en todos los libros del fondo editorial, se firma un convenio declara ser el autor primigenio y tiene todos los derechos patrimoniales sobre la obra. En ese entendido, firma este tipo de contratos. Alejandro Ipatzi firmó el contrato.

“Como institución, hacer un comunicado expresando nuestro apoyo a los derechos patrimoniales y derechos de autor. Y quien se en carga de vigilar los derechos de autor es el Indautor (Instituto Nacional de Derechos de Autor), bajo la jurisdicción de la Secretaría de educación Pública. De entrada, ellos, por oficio, tendrían que dar seguimiento a este caso. Nuestra parte fue aclarar lo sucedido. Si Alejandro Ipatzi firma este documento donde hace ver que es el autor original y que está entregando un trabajo primigenio, uno como editorial confía de buena fe en la persona: que tú estás entregando original”.

La responsable del concepto editorial, diseño de la colección y cuidado de la edición, Gabriela Conde Moreno, se abstuvo de emitir declaraciones con la justificación de que tenía la instrucción de ya no testificar, para evitar un mayor “sobredimensionamiento” de un tema ya aceptado y con medidas institucionales dictadas para su solución.

Y esas medidas serían la suspensión de la circulación del libro, su reimpresión con las correcciones necesarias, para después reincorporarse a la circulación. El autor, Alejandro Ipatzi Pérez, no recibirá pago alguno y se suspenderá toda relación institucional con él, por un periodo indefinido.

Días antes, en declaración publicada por la reportera Dania Corona Muñoz en La Jornada de Oriente, Karen Villeda anunció la reconstrucción del fondo editorial, lo que incluye la creación de un consejo editorial, así como el escrutinio de los procesos de revisión y edición.

En cuanto a la colección Protagonistas, dedicada a los escritores ganadores de los premios literarios locales, la secretaria de Cultura habría declarado, en esa misma entrevista, que “son libros premiados por jurados con una extensa carrera en el ámbito literario, son expertos realmente en la materia que están juzgando. Son libros que están garantizados y se hizo un trabajo editorial exhaustivo”.

“Un trabajo editorial exhaustivo” … debe subrayarse.

También a la reportera Dania Corona, la responsable del concepto editorial, del diseño de la colección y del cuidado de la edición, Gabriela Conde Moreno, declaró que “la obra había sido presentada como original por parte del autor, quien firmó una licencia eximiendo a la institución de cualquier responsabilidad relacionada con plagio. Nosotros confiamos en la trayectoria y experiencia del autor, con 25 años de carrera”. Reconoció –asienta la nota periodística- las dificultades que existen para detectar plagios de manera infalible, pero reiteró la importancia del respeto a la propiedad intelectual. La liberación de responsabilidad por el plagio que el autor obsequió a la institución, sucedió cuando las recriminaciones colmaban ya el internet.

Helena Hernández de Valle-Arizpe, la hija más cercana a Tulio Hernández y única citada en el volumen, rehusó también hacer declaraciones públicas sobre el libro, bajo el argumento de su institucionalidad y de que se plegaba a los canales oficiales. Pese los abiertos señalamientos de plagio y a la ya aceptación del autor, no quiso hablar sobre el libro dedicado a su padre… aunque fue inocultable un gesto de ira…

Y las implacables redes sociales fueron agudas, afiladas, aquí sí muchos enfocados sobre todo a la responsable de la edición.

En suma, un texto que sorteó la posibilidad de continuar la construcción de ese gigantesco muro memorial histórico social estatal, para en los hechos orientarse al engrandecimiento de la figura de Tulio Hernández Gómez, para que el exgobernador pueda ser apreciado en ese pulido espejo donde las élites políticas y económicas se miran y se encuentran.

Finalmente, el libro está nuevamente en el taller para su necesaria reparación, aunque esta enmienda alcance únicamente los derechos de autor, dejando indemnes las restantes irregularidades. La experiencia será importante para que el siguiente título de la colección Gobernadores, que será dedicado a Crisanto Cuéllar Abaroa, tenga una mejor calidad en todos los sentidos.

contacto: piedra.de.toque@live.com

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