José Luis Puga Sánchez
La vigencia hoy de muchos rasgos de cultura prehispánica en Tlaxcala, a poco más de cinco siglos de la conquista, ha sido posible por varios factores, uno de ellos que el grupo religioso cristiano que mayor impacto inicial tuvo en la región fue la de los franciscanos, orden cuya característica fundamental fue su perfil social, pues los frailes buscaron convivir con los naturales y catequizarlos generalmente mediante el convencimiento, aunque esa actitud no impidió formas indígenas de fuerte resistencia para, finalmente, imponer la fe por la fuerza.
En un conversatorio organizado por el INAH en el ex convento de Tepeyanco, un grupo de especialistas en el tema, entre ellos los historiadores Carolina Figueroa y Nazario Sánchez Mastranzo, el arquitecto Gelvin Xochitemo y el director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, Baltazar Brito Guadarrama, se refirieron a una de las características principales de la orden franciscana: la austeridad, característica reconocible en sus construcciones, como ejemplo como los conventos de La Asunción, en Tlaxcala, y el de Tepeyanco, edificios sobrios, sencillos, sin ornamentación casi.
Carolina Figueroa apuntó que los primeros 12 franciscanos salen de España en el día de la conversión de San Pablo, que fue “el primero de los apóstoles que combatió a los cristianos y el primero en reconocer que estaba haciendo muy mal al combatir a los cristianos”. Llegan a esta parte de América en un viernes de pentecostés, que es el bautizo espiritual de esta iglesia primitiva a partir del desarrollo de nuevas lenguas. Entonces, “los franciscanos salen a una tierra pagana y llegan en un momento de avivamiento espiritual, con mucha lógica porque llegan a un lugar del que no conocen el idioma”.
Lo interesante –se recalcó- fue que hayan llegado los franciscanos, que llegan con esta nueva idea de vivir con la comunidad, no en comunidad, como hacían otras órdenes religiosas, que vivían recluidos en sus cuatro paredes. Por eso lo primero que hacen los franciscanos en Tlaxcala es aprender el idioma, para comunicarse así con los indígenas.
La historiadora señaló la existencia, junto a una escalera en el convento de Tlaxcala, de “un grabado muy pequeño, dibujado en el muro, que parece ser el primer plano del convento, para mostrar a los indígenas lo que querían”.
Su concepción frugal del ejercicio religioso les permite empatar mucha más fácilmente con las sociedades prehispánicas, que tampoco viven en la ornamentación, menos en Tlaxcala, por eso las fundaciones franciscanas en Tlaxcala son muy austeras, casi desprovistas de lujo, con pocos elementos decorativos, sobre todo de origen árabe. Se mantiene la idea del espacio comunitario, pero un espacio monumental.
Por otra parte, se dijo que “no es lo mismo negociar en el triunfo que negociar en la derrota. Tlaxcala fue uno de los primeros altépetl antiguo, de los señoríos antiguos que negocia desde el triunfo. Huejotzingo también, aunque nunca siguió los mismos aspectos que siguió Tlaxcala en muchas de sus decisiones. Eso define a Tlaxcala como único en toda la Nueva España y muchos otros lugares”.
Los frailes aprendieron las lenguas, particularmente náhuatl y otomí en Tlaxcala y en menor medida el matlatzinca y el popoloca.
En Europa –dijo Nazario Sánchez- no hay atrios y en América todos los templos tienen atrio, y, algunos, dos atrios, pero también se ubica el cementerio. Sepultarse lo más cercano posible al templo aseguraba estar más cerca de dios, cuando resucitase. Los nobles, de acuerdo a su última voluntad y de acuerdo a sus actos piadosos, se podían sepultar en el interior del templo, lo más cercano al altar.
Tepeyanco -añadió- fue conocido como “el vergel de Tlaxcala”, por las huertas en el convento con árboles frutales traídos de Europa. Había en el lugar un mercado muy importante con asentamientos no solo de tlaxcaltecas y de otomíes, sino también refugiados de Chalco durante los ataques mexicas al propio Chalco… “fue zona de refugio”.
También hizo referencia al camino real, hoy descuidado pero que existe entre Tlaxcala y Puebla, que cruza a pocos kilómetros al norte de Tepeyanco, camino que recorrían los mensajeros y hasta el virrey en ruta de Veracruz a la ciudad de México.
LA AUSTERIDAD FRANCISCANA
La pregunta flotó en el aire y Nazario Sánchez se apresuró a despejar la duda: es una austeridad de concepto, aseguró, para inmediatamente citar como ejemplo en construcciones el ex convento de La asunción, cuya fachada, dijo, no es la del siglo XVI, “abajo de los muros que se ven está uno más antiguo; incluso apenas entrando al templo se pueden ver a los lados las columnas que debieron enmarcar la puerta del siglo XVI. Alejandro González Leiva dice que la fachada del palacio de gobierno (de Tlaxcala), en realidad pudo haber sido la que tuvo el convento y que, en algún momento entre el siglo XVII y XVIII se trasladó allá”.
Buscando la austeridad franciscana –continuó- nos encontramos con la forma de pensar de los indígenas: plano, liso, sencillo… ¿por qué?
La fachada del palacio de gobierno –explicó- tiene flores, tiene chalchihuites, tiene rosetones… cosas que son la riqueza espiritual para el indígena. En eso se forja el sincretismo, en términos constructivos y decorativos.
El templo de La Asunción tiene “20 mil” elementos que nos hablan de la austeridad espiritual del franciscano, pero también de la riqueza visual y estética indígena.
El arquitecto Xochitemo abundó que se trata de construcciones con un sentido netamente utilitario. Son grandes y con características de fortaleza, militar, en prevención a eventuales asedios, que no sucedieron. El cambio llegó con, citó, la llegada de los dominicos, quienes hicieron capillas, como la Del Rosario, con oro, con elementos extremadamente suntuosos, que los franciscanos no tienen.
En estos conventos los elementos ornamentales tienen, básicamente, una función educativa. Cada parte de la construcción tenía la función de mostrar, a los naturales, las partes del evangelio, todos los elementos litúrgicos.
Baltazar Brito remató al señalar que “los franciscanos tienen mayor identificación con los indígenas. Al franciscano se le relaciona con la humildad, no así a los jesuitas, a los agustinos o a los dominicos”.
ACCIÓN Y REACCIÓN
Entre los doce primeros franciscanos llegan monjes muy preparados, teólogos, maestros universitarios, afirma Mastranzo: Primero aprendieron la lengua y descubren los mercados, como en Ocotelulco, lo que aprovechan para acercarse a los naturales. Fray Pedro de Gante, quien llegara un año antes que los doce, les ayudó, directa o indirectamente, en el aprendizaje de la lengua y así facilitar la evangelización, aunque la comunicación más efectiva fue a través de las imágenes, no de las palabras, como sucedió con el catecismo de Fray Pedro de Gante y otros documentos pictográficos, como los códices.
El canto y la música, dijo el historiador, sirvieron para introducir el latín en los indígenas, según Fray Bernardino de Sahagún, aunque se desconoce a cabalidad si cada convento tuvo su escuela de artes y oficios o solo en los templos más importantes, métodos usados por los frailes para evangelizar y llegar a las formas de pensamiento de los indígenas.
Baltazar Brito intervino para acusar que “lo primero que hacen (los conquistadores) es defenestrar todo lo anterior, eliminar todo lo no contemplado por su fe cristiana, por eso los dioses antiguos se convierten en demonios, son ídolos. Después de derruir templos y aparentemente derruir las creencias alrededor de estas deidades”, comenzaron a construir una nueva ideología: la promesa del cielo y la amenaza del infierno, pero basado en el cristianismo, en su dios.
Se percatan que en Tlaxcala sus ritos se repiten cada 20 días y, entonces, se realizan mitotes (bailes) para alabar a sus dioses. Los frailes se montan en esa tradición, la manipulan para introducir su fe a través de escenificaciones evangelizadoras.
Pero la evangelización –subraya- de ninguna manera fue tersa, pacifica. Los naturales escondieron sus códices porque eran considerados heréticos, los sacerdotes huyeron, los tiemperos huyeron a los montes, las cuevas y allá se llevaron su gran conocimiento. El Tonalámatl de Aubin, que creemos es tlaxcalteca, se lo llevaron.
La resistencia fue feroz, coinciden. El 1527 queman a cinco grandes capitanes, cinco grandes señores, entre ellos Acxotécatl.
Otro tema de gran importancia es la enseñanza. No por eso Cristóbal denuncia a su padre, pero eso forma parte de una resistencia y en muchos sentidos, por consiguiente, el resultado de esta imposición y la resistencia dan como resultado una nueva cristiandad, con “muy perceptibles” aspectos indígenas. Falta mucha mayor investigación sobre esta resistencia.
Carolina Figueroa matiza ese periodo histórico. hubo resistencia, acepta, pero también adaptaciones y, para ello, se usó a los niños para transmitir sus enseñanzas fundamentalmente religiosas. Aunque, aclara, hubo también enseñanza en sentido contrario: frailes que tomaron conocimiento de los indígenas, como el clima y sus cambios.
La evangelización fue introducida por muchas formas, una de ellas el teatro que, por lo menos en los espacios franciscanos, conjuga música, texto cristiano y a la propia comunidad, “porque los moros eran representados por los propios indígenas, lo que empata con el mitote”.
Incluso, en la conquista del norte del país a los tlaxcaltecas se les permitió llevar instrumentos de labranza, su música, sus máscaras, “su identidad, su sentido de la fiesta…”.
Xochitemo aporta un nuevo elemento: la inclusión, hacer comunidad. Afirma que el francisano llega para construir un núcleo en el cual evangelizar e incluye a los indígenas para construirlo, les enseña cómo hacerlo, para después los indígenas continuar. “Las construcciones sirvieron para la oración, para evangelizar, para sociabilizar… Más social, más de inclusión, más de participación. La penetración fue en Tlaxcala mucho más amigable que en otros lugares, donde los conquistadores usaron la fuerza”.
Y VINO EL TERROR
Pregunta: ¿Qué tan frecuente fue el ejemplo de los niños mártires denunciando a sus padres? ¿Por qué solo la canonización de estos tres niños?
Figueroa fue cruda: ‘La historia cronológica de la ciudad de Tlaxcala’, escrita por Juan Buenaventura Mendoza y Zapata, dice que cuando se hizo el juicio “casi sumario” a Acxotécatl y los otros capitanes, que además fueron el brazo derecho de Cortés en la conquista, dice una frase, hablando de la evangelización y de la conversión: “y entonces vino el terror” … y eso da para mucho. El ejemplo de la horca de Acxotécatl cundió y hubo “muchos, muchos más. Este ejemplo sangriento, súper cruel, pero además un ejemplo desde el poder no solo de los franciscanos, sino ahorcando a tu capitán, tu mano derecha en el proceso militar… dime tú quién va a querer acusar a su papá”. Hablaba de los ahora “niños mártires de Tlaxcala” y su ejemplo.
Brito acota que Cristóbal, Juan y Antonio son los primeros mártires cristianos en América, por eso es su canonización (efectuada apenas siete años atrás, en 2017), “supongo”.
Nazario Sánchez reintrodujo el punto de la resistencia, pues dijo que los naturales introducen elementos prehispánicos en los mensajes cristianos, con lo que subrepticiamente cambian su sentido. Los indígenas aceptaban los mensajes de los frailes, los reconfiguraban y luego lo expresaban con ciertas adaptaciones. “El caso de los niños mártires no fue único, es de los que tenemos relación… Y dice Motolinía: ‘me contaron…’. Parece chisme de molino. Son estructuras orales que tratan de justificar la adaptación gloriosa y pacífica, cuando en realidad el cristianismo en Tlaxcala y en las comunidades indígenas no tuvo nada de grato, hubo resistencia y hubo también castigos. La fe, hay que aceptarlo, entró a fuerza en nuestros territorios”.
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