José Luis Puga Sánchez
El proceso revolucionario en Tlaxcala exige una revisión, porque en la escuela seguimos enseñando los mismos errores que cometemos con la independencia, con el virreinato e incluso con el periodo prehispánico: tratamos de masificar, de generalizar muchos aspectos, convoca el historiador y antropólogo social Nazario Sánchez Mastranzo desde el centro mismo del corazón político y social del estado, el portal grande de la capital tlaxcalteca.
En la galería Desiderio Hernández Xochitiotzin, en el ayuntamiento capitalino y con apoyo del Centro INAH Tlaxcala, su lugar de trabajo por décadas, el investigador sustentó una conferencia a propósito del devenir en Tlaxcala de la revolución mexicana, con sus particularidades, sus rasgos, sus sellos identitarios.
En sentido cronológico, ubicó su análisis desde la finalización de la guerra de Reforma de 1856 y de la Constitución liberal de ese año. Es esa segunda mitad de ese siglo dice que comienza la industrialización del país. En Tlaxcala se inaugura el ramal Apizaco-Puebla en 1869, hecho fundamental para el despliegue económico, social y político de la entidad, pues el ferrocarril cruza gran parte del territorio estatal y es punto intermedio en la ruta México-Veracruz, sobre todo con la operación de los talleres de Apizaco, por tanto, “era más que una sola estación”.
Cuando Porfirio Díaz toma el poder, a raíz de que sus tropas vencen a las tropas federales en la batalla de Tecoac, Tlaxcala, del 16 de noviembre de 1876, prácticamente desde 1877 hasta 1911 se vuelve la figura del gobierno y la figura del poder político en México. Es a partir de eso que cada entidad tendrá su propio porfiriato.
En Tlaxcala el poder lo asumirá un hombre cercano a Porfirio Díaz: Próspero Cahuantzi, un hombre que lucha en la guerra de Reforma, que lucha contra la intervención francesa en la región de Puebla y de Tlaxcala.
Aquí Nazario Sánchez abre un paréntesis para sugerir la revisión del papel de Tlaxcala en la segunda intervención francesa y lo que pasa con las comunidades, no con el gobierno del estado, y cómo enfrentan la relación con el segundo imperio, para lo cual alude los archivos, no solo el general del estado, sino los comunitarios, los parroquiales y en aquellos ayuntamientos donde existe archivo histórico.
Cierra su paréntesis y retoma el hilo de sus reflexiones…
Próspero Cahuantzi, hombre cercano a Porfirio Díaz fue, se mantiene como gobernador en Tlaxcala prácticamente los mismos años que Díaz. Cahuantzi, indígena originario de Santa María Ixtulco y, según algunas versiones, hablante de náhuatl y de hñahñu (otomí), estará del lado de su mentor en toda su gestión, lo que redundará en “beneficios para Tlaxcala”.
Nazario Sánchez traza entonces un dibujo de ciertos rasgos de cotidianidad: La ciudad de Tlaxcala tiene en ese momento una conexión con la estación de Santa Ana Chiautempan del tren de vía angosta, pasando por Villa del Progreso, hoy San Pablo Apetatitlán. Era común, entonces, ver el tren de mulitas que entraba a Tlaxcala por la hoy Avenida Juárez, pasaba frente al portal grande para terminar su recorrido en la terminal que estaba justo en las instalaciones de lo que hoy es el DIF, para después hacer el recorrido inverso. “Ese era el adelanto que la capital ostentaba sobre el resto de municipios”.
Existía, sin embargo, otro ramal: en la parte norte del estado, cerca de Tlaxco, la liga de agricultores, especie de sindicato de hacendados, había conseguido el tendido de la vía angosta para crear el ferrocarril agrícola de Tlaxco, que conectaba con la estación de Muñoz. La actividad económica empezaba a cobrar auge.
Por otra parte, ¿cuántas haciendas había en Tlaxcala a finales del siglo XIX?, interroga al aire el historiador, para inmediatamente decir que esa cifra “todavía no se han podido contabilizar, porque los censos disponibles muchos de ellos ocultan datos, y muchos hacendados, para pagar menos impuestos, decían que las haciendas eran ranchos. Ahora, hablar de una hacienda es hablar de una gran extensión de tierra, que a su vez se podía dividir en ranchos… y muchas de estas haciendas, de estos ranchos, fueron conformándose, no de compra, sino de despojos a comunidades de las tierras de labor o de las tierras montuosas. Entonces, los hacendados eran dueños de lo que antes habían sido tierras comunales. Y sobre todo que, durante el siglo XVIII, por las leyes nuevas emitidas por los Borbones, habían impactado el reparto de tierra entre las mismas comunidades”.
En ese periodo de cambio de siglo entre el XIX y el XX Tlaxcala se comienza a industrializar. Su cercanía con Puebla y el ramal del ferrocarril de Apizaco a Puebla hace que muchas fábricas se sitúen cerca de las vías férreas para poder mover los insumos, primero, y posteriormente los productos.
Esa situación provoca que los campesinos que vivían alrededor de las factorías, cambiaran su visión de la vida para en lugar de pensar cultivar la tierra, la arrendaran para así ellos convertirse en obreros.
Cita una investigación del INAH entre 1998 y 1999 para la instalación del museo del centro vacacional de La Trinidad, una de las fábricas más importantes de la entidad a finales del siglo XIX y principios del XX, donde “vimos que muchos campesinos del municipio de Santa Cruz cambiaron de ser campesinos a ser solamente obreros y arrendaban sus tierras con la gente de los pueblos más elevados como Guadalupe Tlachco, San Miguel Contla o San Lucas Tlacochcalco, a quienes contrataban como peones para trabajar las tierras”. La separación del campesino y la tierra se hacía más notoria.
En política, Mastranzo afirma que Tlaxcala no se mantiene al margen de esa actividad, sobre todo a partir de la presencia del liberalismo impulsado por los hermanos Flores Magón en la ciudad de México y en Oaxaca, pero también a la presencia de iglesias diferentes a la católica; los maestros metodistas juegan un papel fundamental, sobre todo en la conformación de “una identidad de asalariado que van tendiendo los mismos obreros”.
Muchos de estos grupos metodistas en Tlaxcala –profundiza- van a tener una gran recepción, porque son quienes comienzan a alfabetizar a los obreros desde el mismo interior de las fábricas. “Los datos disponibles para, por ejemplo, San Manuel de Morcón, para La Trinidad, para Santa Elena y algunas otras fábricas, entre ellas San Luis Apizaquito, apuntan que los grupos liberales y los grupos metodistas, con José Rumbia, y sobre todo que van detectando a gente que comienzan a amoldar y a formarse como maestros en lo que después fue el Instituto Mexicano Madero, que es la iglesia metodista de México y su sucursal en Puebla. De ahí surgen los maestros que van a alimentar, años después, los grupos revolucionarios, como Andrés Angulo, como el general Bonilla, que van a ser maestros, pero también ligados a los grupos revolucionarios y son, antes que otra cosa, quienes van a alfabetizar a este grupo de choque que se va a dar ante la búsqueda de una nueva realidad de las cosas”.
Sánchez Mastranzo resaltó que la revolución en Tlaxcala tiene sus particularidades que le hacen diferente a otros estados. Por un lado, afirma que la última reelección de Porfirio Díaz busca cambiar a los gobernantes, cambiar el sistema, cambiar la manera de ver el mundo desde el punto de vista cultural, por su impacto en las comunidades y, sobre todo, que pudieran ser los mismos gobernantes. Incluso, recordó que antes de la renuncia de Porfirio Díaz en 1911, le piden que quite a algunos gobernadores, que cambie a algunos secretarios de Estado y él accede, con tal que la sociedad se mantenga en cierta paz.
Pero, básicamente “el liberalismo, hasta donde entendemos esa forma de pensar de inicios del siglo XX, no buscaba quitar a los gobernantes, no quitar a los políticos, sino que se codificaran justamente las relaciones entre el pueblo y el gobierno, aun conservando a los mismos gobernantes”.
Para Tlaxcala, esta situación es fundamental. Todos hablamos que la revolución empieza en Puebla el 18 de noviembre de 1910, pero desconocemos que desde mediados de ese año algunos grupos, sobre todo en Tlaxcala el grupo de Tepehitec, conformados por obreros que empezaban a organizarse en el Gran Círculo de Obreros Libres, con relaciones en Metepec y la ciudad de Puebla, empiezan a reunirse en la casa de la familia Sánchez (antecesores de Jaime Sánchez Sánchez, uno de los fundadores de la Sociedad de Geografía, Historia, Estadística y Literatura ), donde empieza a establecerse un grupo liberal de reflexión, compartiendo ideas de los hermanos Flores Magón que transmiten a los obreros y a los campesinos.
El grupo de Tepehitec y el grupo de San Bernardino Contla, encabezado por Juan Cuamatzi y por el capitán Pablo Xelhuantzi León, subraya el historiador, intentan un “especie de golpe de Estado en Tlaxcala” al tratar de “secuestrar” al gobernador Cahuantzi. La madrugada del 27 de mayo este grupo “secuestra” al presidente municipal de San Bernardino Contla, que además era compadre de Cahuantzi, y con él retenido se trasladan a la capital del estado, donde también retienen a Cahuantzi, pero se les ‘pela’, escapa de sus manos y en San Pablo Apetatitlán se da la alarma y que quieren secuestrar al gobernador. Queda así nulificado ese primer movimiento.
Cuatro meses después, en ocasión de las fiestas del centenario de la independencia de México, el 16 de septiembre de 1910, un grupo de obreros que estaba en contra del orden que había establecido Cahuantzi en Tlaxcala, decide participar en el desfile por el centenario en Zacatelco, piden permiso al prefecto de Zacatelco para participar y al final del desfile este grupo lanza “mueras” a Porfirio Díaz y a Próspero Cahuantzi. El prefecto de Apizaco comunica al gobernador y él mismo en persona persigue a estos “facinerosos”, los alcanza en Xicohtzinco y ahí, sobre la calle Democracia, al lado de lo que hoy es el IMSS, se conserva la placa que recuerda a “los mártires de Xicohtzinco del 16 de septiembre de 1910”. Mastranzo nunca aclara realmente que sucedió ese día, solo deja entrever que habrían sido ultimados.
Hay antecedentes en Tlaxcala, insiste el vehemente historiador, que nos hablan que el movimiento social había iniciado con mucho tiempo de anticipación. “Hace algunos años varios estados se peleaban por quienes habían sido los iniciadores del movimiento de 1910 y no hacían mención de estas fechas simbólicas en Tlaxcala: el 27 de mayo y el 16 de septiembre de 1910”.
Tampoco –apunta- se ha valorado suficientemente el papel que jugaron los generales tlaxcaltecas en la conformación del movimiento que se estaba gestando en la casa de los hermanos Serdán, en Puebla.
Nazario Sánchez traza un perfil de los hermanos Serdán: comerciantes y por su naturaleza, su casa estaba siempre llena de gente que iba y venía. Ahí se había fundado un club anti reeleccionista, otro de los grandes aportes de estos grupos de Tlaxcala, donde había grupos anti reeleccionistas en prácticamente todos los municipios. Y muchos de estos dirigentes tlaxcaltecas asistían a la casa de Aquiles Serdán a llevar y recibir información.
En el Fondo Dr. Andrés Angulo localizado en el Centro INAH Tlaxcala se conservan dos ejemplares de un periódico hecho a mano, llamado “El gorro frigio”, que circulaba entre Tlaxcala y Puebla en los distintos grupos anti releccionistas de la entidad. Es una especie de pliego de papel de estraza donde se señalaban los pasos que tenía que seguir el movimiento para estar en sintonía con los grupos anti releccionistas a nivel nacional.
Remarcó que Tlaxcala vivió su revolución de forma muy particular, tuvo sus propios tintes, sus propios elementos y sus propios personajes, como ejemplo Jersaín Ugarte, diputado constituyente en 1917 quien había sido secretario particular de Próspero Cahuantzi, lo que indica que “la revolución se seguía entendiendo como el ‘quítate tú para que me ponga yo’ … y así se manejó en muchos de nuestros municipios… sí se vivió la revolución…”.
El investigador voltea entonces la mirada hacia el presente: hoy vemos a los chicos el 20 de noviembre en las calles, vestidos con camisa y calzón de manta y un sombrero de palma, y no sé por qué creemos que ese es el modelo del mexicano revolucionario, que se contrapone con las bastoneras vestidas como arbolitos de navidad, con ropa brillante y multicolor. Nada tiene que ver una cosa con la otra.
Y otro cuestionamiento: ¿Por qué un desfile “deportivo” para conmemorar la revolución?
Se refiere también a lo que califica como “grandes contradicciones” que conlleva nuestra percepción actual de la revolución: Hablamos de la tierra y la libertad, cuando los campesinos ya no son dueños de sus tierras, cuando lejos de esas luchas y de esa sangre que se derrama justamente para que cada familia tenga acceso a un pedazo de tierra que considere suyo, que pueda trabajar y del cual pueda alimentar a sus hijos, el sueño de muchos revolucionarios, de repente se nos olvida, damos vuelta y nos encontramos con las fraccionadoras, las inmobiliarias que están comprando a precio irrisorio y vendiendo a precio de oro.
Muchos de nuestros campesinos –prosigue-, sobre todo en la región de la Malinche, su mejor opción es heredar, lotificar y vender. Ya no quieren trabajar la tierra, ya no la ven como la madre que les da de comer, la ven como la mina que los va a sacar de la pobreza. Es ahora una lucha silenciosa por el acceso a la tierra y por la no democratización del acceso al agua.
Frente a una galería llena, Mastranzo afirma que “todos en Tlaxcala tuvimos algún antepasado, algún familiar que tomó las armas y se fue a luchar, para que sus descendientes tuvieran, insisto, al acceso a la tierra, a una vida más digna. Y nosotros hoy no somos capaces de corresponder”. Alude entonces a esa sentencia que dice que las tradiciones también se inventan, para después llamar a la reflexión sobre lo que estamos consumiendo en la conmemoración del 20 de noviembre y “si no estamos solamente ante lo que nos conviene como grupo social, como sociedad, o cada año estamos inventando un nuevo discurso de la revolución mexicana”.
Pondera conquistas actuales: acceso a la educación, a un trabajo digno y bien remunerado, “pero nos olvidamos del acceso a la tierra. Esa reflexión debemos hacerla desde nuestro lugar, si estamos haciendo realidad la revolución mexicana, sobre todo por lo que queremos dejar a las nuevas generaciones, cómo lo compartimos, qué discurso sobre la enseñanza y la experiencia de la revolución estamos heredando”. El manejo de fechas y datos los maestros de la normal “no lo acaban de entender y quisiéramos que todo se contara en una línea unidireccional, cuando en realidad la revolución se va viviendo de manera distinta, se va contando de manera distinta y la Constitución de 1917, digamos el gran triunfo que nos deja la revolución, tampoco está entendida del todo”.
Se detiene, a manera de ejemplo, en uno de los “héroes” tlaxcaltecas de la revolución: el coronel Ascensión Tépatl, oriundo de San Pablo del Monte, quien –acusa el historiador- debe su fama a la nada. “Máximo Rojas lo manda a la ciudad de México como diputado del Congreso Constituyente de 1917, y le dice: ‘tú vas y levantas la mano. Si ves que mi compadre levanta la mano, tú también levantas la mano’. Y el diario de debates del Constituyente del 17 consigna que todos los diputados hablan ‘y mi paisano (Ascensión Tépatl) guarda silencio’. Cuando muere en 1918, el Diccionario Biográfico de la Revolución Mexicana dice que muere en la batalla de Calpulalpan y entonces ‘a qué llevan a los chicos a conmemorar el 18 de octubre de cada año, en el cenotafio (monumento funerario en el cual no está el cadáver del personaje a quien se dedica) que se resguarda en el ex panteón municipal de San Pablo del Monte, ya que, por ser miembro del Constituyente del 17, sus restos están en la rotonda de los hombres ilustres de la ciudad de México’. Y a don Ascensión Tépatl se le organiza, en San Pablo del Monte, desde un desfile hasta una serie de discursos donde resaltan su sapiencia y su participación en el Congreso… pero ¿a quién estamos conmemorando? ¿qué conmemoramos? ¿quién inventó esos héroes?”.
Con visión crítica, convoca a manera de epílogo, tenemos que hacer una revisión de estas fechas conmemorativas, incluso fundacionales y ver si verdaderamente siguen siendo parte del discurso actual que en México necesitamos seguir escuchando… o tenemos que corregir y cambiar un poco el canal.