José Luis Puga Sánchez
A lo largo de los más de 120 días abierta en el Palacio de Bellas Artes, la exposición ‘Federico Silva, lucha y fraternidad. El triunfo de la Rebeldía’, imantó a más de 250 mil personas, lo que la ubica como la tercera exposición más visitada en ese espacio los recientes diez años.
Y el triunfo de la rebeldía llegó a Tlaxcala, en una versión adaptada para un espacio más reducido, pero marcando de igual forma el sendero caminado por el artista.
En 1986, hartado del caos chilango, migró y llegó a Tlaxcala donde acondicionó La Estrella, una antigua fábrica textil en Amaxac, espacio que posibilitó el desarrollo de su pintura de gran formato y esculturas monumentales inspiradas en la iconografía mesoamericana, hasta su muerte apenas en noviembre pasado.
Con gran maestría y dominio técnico exploró una gran variedad de formatos: pintura de caballete, mural, arte cinético, escultura y hasta la gráfica digital, siempre vinculándose con preocupaciones políticas y sociales.
Magali Cruces, directora de la red de museos, depositó en Silva la metáfora del arte mexicano de los siglos XX y XXI, con sus rupturas y polémicas intelectuales. Fue, dijo, un artista comprometido con la realidad de su tiempo, consciente de la desigualdad, la violencia, el poder de la naturaleza y más.
“Federico Silva fue claro en una época en que muchos artistas, cegados por la ola neoliberal, ya no quieren comprometerse en causa alguna que no sea la propia”.
Ubicó a Silva como uno de los principales impulsores de la creación del Museo de Arte de Tlaxcala, a punto de cumplir 20 años de vida. El tótem de Silva, justo en el corazón del espacio, testifica la evolución del museo, ahora más amplio y cubriendo todos los estándares internacionales para albergar obra.
El recorrido inaugural de la muestra fue comandado por la viuda de Federico Silva, María Esther González Tovar, explicó técnicas, momentos, anécdotas, sinsabores, sueños y concreciones del artista, fallecido justamente el día de la inauguración de su exposición en Bellas Artes.
La exposición retrospectiva estará tres meses en Tlaxcala, para después levantar el vuelo y anidar en el Museo Federico Silva de San Luis Potosí, que, por alguna razón no explicada, está instalado es ese estado y no en Tlaxcala, donde residía.
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