Jue. Nov 21st, 2024

Editorial

Cinco meses han transcurrido desde la elección federal y mes y medio de la asunción del nuevo gobierno federal.

Todo cambio de administración pública conlleva un periodo de incertidumbre, de cierta inestabilidad… Siempre ha sido así, aunque con diferentes matices e intensidades.

Pero hoy a ese bamboleo se le ha sumado el cambio en la Secretaría de Cultura de Tlaxcala, lo que igualmente ha significado ajustes.

El caso es que la actividad cultural en el estado vive un descenso, tanto en número como en calidad y en asistencia.

La nueva nomenklatura en la Secretaría de Cultura federal parece confirmar que, para ella, Tlaxcala ha sido guardado en la alacena. Esos ojos peregrinos ya no miran hacia acá.

Ese visible nivel en picada de su intervención en este estado, registrado notoriamente desde finales de año pasado, ha ido profundizando.

La desaparición de su programa Los Pinos en Tlaxcala, la actividad en el Palacio de Cultura prácticamente constreñida a La Colmena y a algunos teatreros y narradoras orales en labora hacia las infancias.

Sí, La colmena busca llenar huecos, para lo cual se ha recargado en universidades, a cuyos alumnos ha abierto sus espacios en exposiciones o coloquios… pero nada más.

La Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil puso a Tlaxcala como una de sus 17 subsedes, pero a la Unidad de Servicios educativos de Tlaxcala pareció no importarle. Ejemplo ese acto inaugural sin público abierto, con algunos grupos cautivos de alumnos, sin ningún titular de dependencia, ya que “había otras actividades” … ¡Y sin editoriales y casi sin librerías!… Tres mesas, no más, con algunos libros para iluminar, o algunos títulos de los que se encuentran en las ferias ambulantes de libros en la Plaza Juárez o alrededor de San José. Y encimados en el mismo edificio con un coloquio de artes visuales, pero sin coordinación, sin relación, sin coherencia. A veces un sonido tapando al otro, uno en el patio y otro en el lobby.

Claro, ha habido también actividad interesante, como ese pequeño respiro, ese boqueo, que el festival de títeres pareció darse a sí mismo este año, al aminorar el muy largo declive que ha minado gravemente su salud.

La actividad cultural ha disminuido…

Y la participación del público, su destinatario final, ha experimentado un visible adelgazamiento. La UNAM realizó en el teatro Xicohténcatl, por tres días, un nutrido coloquio sobre la historia del arte, donde algunos de sus más filosos observadores y pensadores expusieron un amplio panorama de visiones, temores y esperanzas para nuestra sociedad… Pero nadie de Tlaxcala fue testigo, ninguna institución local llegó, nonguna universidad, no el Colegio de Tlaxcala, muy contados interesados en lo personal. Hacer el coloquio en Tlaxcala o en la UNAM hubiese sido lo mismo: solamente ellos asistieron.

Y esa malograda sede de la feria del libro infantil y juvenil, que la Unidad de Servicios Educativos no pudo o no supo rescatar, pero a sus más de 20 mil trabajadores en nómina, ofreció pasillos y foros, salvo algunas excepciones, vacíos.

Y, otra mala noticia, llega el fin de año, con sus presupuestos agotados, lo que pronostica más sequía.

El siguiente año se cumple el cuarto de siglo y hay indicios de vientos húmedos, de lluvia vivificante.

Especialistas en la “creatósfera” aseguran hay esperanza…

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