
Editorial
Guillermo Alberto Xelhuantzi Ramírez, doctor en historia y estudios regionales, no encuentra trabajo, nadie le arroja un salvavidas. Y en redes sociales pide apoyo.
Ha sido director del Archivo Histórico, ha laborado en el Centro INAH Tlaxcala, con amplia labor docente y muchas publicaciones… y está en el abandono.
¿Qué sucede cuando en el mundo del arte y la cultura sus miembros arriban a la tercera edad?
¿Qué sucede cuando el mundo que se decide habitar, para el cual se orientó toda una vida, los desecha, los aparta, los ignora?
Y sí, cierto, no es diferente a la vida social e institucional toda.
Es visible en las mismas redes sociales el esfuerzo de Martín Rojas por mantenerse vigente, por no caer en el olvido. Constantemente publica testimonios de su vida ante los lienzos, de sus apariciones públicas y de los reconocimientos recibidos. Intenta denodadamente no caer en el baúl de los trebejos.
Ese sector social, el del arte y la cultura, que supondriase es el mundo de la reflexión, del humanismo, de la integración, hace a un lado a quienes ve como personas ya sin aportación, sin valor, que ya no tiene qué producir.
Claro, hay quienes al llegar a esta edad deciden, por si mismos, recluirse en su vida personal, ya no hacer actividad pública. Se jubilan. Y lo merecen.
Pero hay otras personas que sienten que a esta edad tienen algo que aportar al mundo del arte. Tal vez su propia experiencia en la etapa final de la vida. Tienen conocimiento acumulado, vivencias en todos sentidos que pueden poner al servicio de quienes empiezan a andar este camino.
Pero la respuesta es negativa.
¿Sensibilidad en el arte y el conocimiento?
¡No siempre!
¡Ni en el gremio, ni en los colectivos, ni en las instituciones!
Guadalupe Alemán, Juan de la Cruz, José Hernández Castillo, Yolanda Ramos, Mario Ríos, Jaime Sánchez y muchas y muchos más, parece están ya en el archivo muerto, aparte de homenajes para aliviar conciencias.
Solamente como un punto de inicio, ¿complicado sería que la Fonoteca del estado pudiera rescatar sus experiencias, sus aportaciones y sus propuestas?
Y, en los casos posibles, echar mano de su saber para alimentar el camino de las nuevas generaciones, para enriquecer las propuestas y programas de gobierno, para fortalecer la necesaria revisión del camino que como sociedad y como sector del arte y la investigación transitamos.
¡El tiempo no se detiene, pero siempre está ahí!