
Editorial
“Eppur si muove” (“Y sin embargo se mueve”) es frase atribuida a Galileo Galilei, después de ser condenado por la Inquisición por su teoría del heliocentrismo. La frase se refiere a la Tierra moviéndose alrededor del Sol, una idea que la iglesia católica consideraba herética.
Y en Tlaxcala, por otros motivos, pero igual incredulidad, la frase es aplicable.
Tlaxcala se mueve.
Aunque no sea tomada en cuenta en la construcción de una ley de derechos culturales, supuestamente dirigida a la esfera social, a todos y todas y todes.
No es así.
La iniciativa de ley avanza en el Congreso, pero no se han abierto foros públicos de análisis hacia sus adecuaciones, sus modificaciones, sus avances.
Más de un año atrás de instalaron seis foros en diferentes partes del estado para recabar aportaciones sociales a esa iniciativa en ciernes.
Y hubo participación.
Pero desde aquellos foros, públicamente, socialmente, muy poco se sabe.
Ni la Secretaría de Cultura ni el Congreso del estado han dado muestra de democratizar el proceso.
El proyecto ha caminado en muy pocas y selectas manos.
La inmensa mayoría de los trabajadores de la cultura o de la investigación han sido apartados del desarrollo de la nueva ley.
Y, nótese, oficialmente es un gobierno de la 4T.
Centrado, se diría, en lo social, en lo comunitario, en los derechos humanos.
Pero la iniciática de ley camina en puntillas, a hurtadillas.
Y no, no se trata de un escueto comunicado de prensa.
Es participar, ser “cómplice” (¿o no cabe aquí el concepto?) de la sociedad todas, o, cuando menos, de las comunidades artística y científica, cultural y de investigación.
No ha sido así.
¿Conoce alguien el momento actual de la iniciativa de ley de derechos culturales en Tlaxcala?
Solo se escucha en respuesta un prolongado eco, cuando los recintos o los espacios están vacíos.
¡Ahhh!, pero la sociedad, los artistas y los investigadores, pese a todo y contra todo, “y sin embargo se mueven” (“Eppur si muove”)