Dom. May 19th, 2024

José Luis Puga Sánchez

Siete escritoras tlaxcaltecas fueron las encargadas de reabrir el vínculo entre las letras estatales y la Asociación de Escritores de México, fincada en la devoradora capital mexicana, con el recital Vuelo de Letras que ofrecieran vía digital sobre el trabajo individual de cada una de ellas.

Isolda Dosamantes, Olimpia Guevara, Citlalli H. Xochitiotzin, Marisol Nava, Ignacia Muñoz, Angélica Minor y Alba Tzuyuki Flores Romero regalaron una muestra pequeña, pero muy ilustrativa, de su quehacer fundamentalmente poético, pues de ellas solo Olimpia Guevara presentó una narración.

Obed González Moreno, presidente de la Asociación de Escritores de México y presentador del recital, remarcó las cualidades reconciliatorias del recital. Elogió el empeño de la poeta Minerva Aguilar Temoltzin como enlace entre ambos polos, quien con su mediación logró el reinicio de actividades bilaterales.

“La asociación -dice Minerva- busca descentralizarse y, dados los antecedentes, soy yo el enlace con Tlaxcala, colaboración que se estrenó con este recital de escritoras de Tlaxcala llamado Vuelo de Letras. Fueron invitadas nueve escritoras y aceptaron siete. Algunas están presentando sus más recientes libros, pero todas han seguido trabajando, han seguido estudiado…”.

Minerva toma actualmente un taller con Ricardo Yáñez, quien en cierta ocasión le recriminara que a muchas de las escritoras tlaxcaltecas “les gusta el aplauso fácil”. Minerva la habría contestado que sí, que les gusta el aplauso, pero no fácil. “Cada una de estas escritoras realmente ha trabajado duro, a pesar de los hijos y de mil cosas. Hacen gestión cultural y escriben, como prueba sus libros, que no podemos negar”.

Fijó el caso de Olimpia Guevara como “especial”, pues la docente universitaria no tiene un trabajo poético que haya cristalizado en libro. “Ha publicado, más bien, poemas sueltos en diferentes medios y el grueso de su labor la enfoca a la docencia y a la investigación, como es el caso de su más reciente libro sobre Manuel García Méndez, dramaturgo apizaquense de la primera mitad del siglo pasado. Ahora, con el recital se trata de conocer su trabajo, sus temas y su tratamiento. Conoceremos en sentido de su escritura”.

Por la urgencia y vigencia de su significado, el acurdo fue que este reinicio de la colaboración se marcara con un acto exclusivo para mujeres, pero anunció que vendrán nuevos eventos y con abierta convocatoria. “En general, siento que quienes escriben se han estado preparado mucho. Muchos jóvenes. Y este tipo de eventos ojalá sirva para incentivar a todos, para que continúen preparándose”.

EL RECITAL

Obed González, presidente de la Asociación de Escritores de México, fungió como moderador en el recital y, en ese papel, reconoció el trabajo y su trascendencia de las participantes.

Olimpia Guevara es profesora investigadora en la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Entre sus publicaciones se encuentran Armario de Ilusiones (coautora), Antología Literaria de Tlaxcala, Dramaturgos tlaxcaltecas. Manuel García Méndez, Miguel N. Lira y Antonio Algarra. En el tren de la fantasía. Diez autores cuentan y cantan a Apizaco, así como Manuel García Méndez, Obra reunida. Su relato ‘Chipi chipi y diluvios’ fue publicado en 2022 en la revista ‘Archiletras’ de Madrid:

CHIPI CHIPI Y DILUVIOS

Donde yo veía chipi chipi, mi mamá veía diluvios.

Siempre que llovía, por esas anchísimas calles corrían ríos, mares y océanos a mi vista.

Había que apresurarse y sacar los barcos a navegar. Las manos de papá ayudaban a completar esa flota que iría por mundos desconocidos… Cada vez que zarpaba alguno ¡ya iba el otro atrás!

También era entretenido ver cómo la gente intentaba el gran salto para no mojarse y más divertido era cuando un coche salpicaba a los transeúntes.

Esa vez, violando la vigilancia materna, me quité el suéter, estiré los brazos para que giraran como aspas y me llevaran directo a ese mar que arrastraba piedras y basura. Vi cómo de blanco pasaban a café mis calcetas escolares y la forma en que el agua iba entrando a mis zapatos, a mis pies. El placer de observar y sentir el leve choque del agua contra mis piernas paró en seco al grito de:

—¡¿Qué haces?! ¡No te mojes! ¡Métete a la casa!

Salí a tierra firme nuevamente y corrí al ritmo del regaño:

—Trae otra muda. Cámbiate esas calcetas y los zapatos porque vas a enfermar. ¡Ay, niña! ¿No ves que te pueden dar anginas, laringitis…? Luego no te quieres tomar la medicina y, si el doctor te manda inyecciones, ¡menos! ¡La bronquitis que te va a dar con esta empapada! ¿No ves que estar en el hospital es muy feo? Y no eres la única. ¿Quién va a cuidar a tus hermanos?! ¿Y si se te complica? Siempre has sido delicada de la garganta. ¡No sea que ahora sí te quieran operar! ¿Te imaginas? ¿Cómo le hago? ¡Todo se complica! Y aunque estés en casa, hay que cuidarte, y ya ni de vacaciones iremos, tendremos que esperar hasta diciembre… ¿Pero en qué momento se te ocurrió irte a mojar?

(…) (Yo y mi cara de sufrimiento)

—Que Juana te prepare un té calientito mientras hago cuentas y cerramos. Vengo y te tomo la temperatura, te doy una pastilla para que no suba tanto, te doy una frotada de alcohol y a dormir.

Mamá regresó cuando yo ya me había tomado el té y la pastilla. Entonces me dio la frotada con mucho alcohol y siguió diciéndome que temprano avisaría a la escuela que estaba enferma, que tal vez me llevarían al hospital. Terminó mi tratamiento, diciéndole a Juana que no me prepara nada para la escuela, sino un buen atole que tomaría en la cama. Me dio el beso de las buenas noches y exclamó: ¡A ver cómo amaneces!

Amanecí bien. Fui a la escuela con los zapatos medio húmedos y en esas vacaciones, en Acapulco, mamá se comió todos los cocteles de camarón que pudo. En las playas que estuvimos, yo hice varios castillos de arena y me traje muchas conchitas para cargamento de mis próximos barquitos.

Docente, investigadora y poeta, Marisol Nava Hernández es doctora en humanidades y catedrática en la Universidad Autónoma de Tlaxcala. A publicado los libros, en investigación, Lenguas y campanas (2001) y En el umbral. Registros fantásticos en tres cuentos de Inés Arredondo (2015). En poesía ha publicado Murmullo del viento (1997), Evocación oracular (2007), Parpadeo de muerte (2011) y Fisura del paraíso (2017). Y precisamente de Fisura en el paraíso presentó lo siguiente:

LOBREGUECES INVERNALES

Contemplo a mi ser:

          sollozos de espinas,

segados alientos, gélidos

enigmas.

Trepida el invierno:

          se aliña la escarcha,

los frutos yertos.

La aguja del frío se

 entierra y fenece

conmigo.

En una delicada cajita de

flores y hadas cubierta la

tengo bien resguardada.

Cajita como la de Pandora:

alhajero y urna. Sólo a veces,

por instantes, con tiento de

colibrí me acerco y abro la

cajita: una imprevista ternura,

un pesar de alas enormes,

un deseo de tardanza me aturde,

me ruboriza.

EPÍLOGO

Los ojos en la voz.

Y en el centro: ser y

cuerpo, mundo y casa,

alma y enigma. Ahora

surge el estío y mañana

el invierno, primavera en

la noche y es otoño en

el día. Fulgores del

estío, las nieblas del

otoño, lobreguez

invernal: fisura del

paraíso donde la muerte

deja caer su oblongo

párpado desde donde

respiro y contemplo.

Ignacia Muñoz Barba, nachita para sus amigos y para los que no lo son, también, nació en Santa Ana Nopalucan. Su trabajo es resultado de los talleres que ha tomado con Juan Bañuelos Mario Bohórquez, Dolores Castro, Juan Galván Paulín y actualmente con Ricardo Yáñez. Ha publicado los libros Texcal y recientemente Tequezquital.

Al anochecer

la soledad

como agua suave

se arrima

dice

vete a conseguir una luz

para caminar el sueño.

Abro los ojos al nocturno cielo frío;

hoy no me abriga tu sombra.

Si nos acostumbramos

a dejarnos de ver

poco a poco,

día a día,

sabremos que no es

la soledad lo que nos queda.

Buscando nacer

Nacemos para llegar

a lo inútil de preguntarnos

quiénes somos.

La respuesta está

en la soledad.

Qué nos queda.

Si vivieras el paisaje del amanecer…

Oyes pasar el frío

entre la neblina de la lluvia otoñal.

Verde oscuro de los sabinos, ocotes

oyameles, encinos y tepozanes de monte.

Ven a sentir el intermitente estremecerse

de los pétalos en los pensamientos

y las novias del sol.

Si vivieras el paisaje del amanecer…

Serían menos distantes

los instantes

en tus brazos.

Isolda Dosamantes es poeta y académica. Tiene en su haber las publicaciones Paisaje sobre la seda (2008), Apuntes de viaje (2012) y Revelaciones (2019). Parte de su obra ha sido traducida al inglés, al portugués y al chino. Ganó en 2008 los Juegos Florales de Guaymas, Sonora, y obtuvo el Premio de Poesía Praxis 2011 y el Premio Nacional de Poesía Saúl Ibargoyen 2018. Dirige ahora su galería Casa de la Nube.

BRUJERÍA

Cuando te nombro caen una a

una estrellas verdes una cana,

dos, diez años, retoño de los

sueños veinte años y regresas.

Te escucho pintadas las ojeras.

Caminaríamos una calle juntos si no fueras

aceite que quema y se consume.

Del barro nos fundimos espirales

las sábanas de hotel se agitan a

distancia. Eres sólo un mal día

dolor de espalda un peso que no

quiero tener.

Con este conjuro te ordeno que te vayas.

LA SOMBRA

Quisiera ser el pincel que tienes en la mano sentir

tu excitación sobre algún lienzo.

Hoy estabas ahí como un fantasma

dibujando con tinta mi entrepierna

peces algas surgían de tus trazos. Era

un ritual que brotó lento un manantial

entre unos labios que juegan a

besarse.

Hoy tu voz era el grito nocturno de las aves

graznido en medio de la noche luz que

atravesaba mi ventana.

Hoy fuiste el eco de la noche un viento

frío que calmó el verano de mi piel

hecha volcán. Fuiste el eco y la sombra

que al abrir los ojos se había esfumado.

Aún queda el aroma de la tinta bajo las sábanas.

Sábanas tejidas con la seda del recuerdo.

URBES DE HUMO

A mis amigos de las cantinas La cucaracha y el Morazán

Las ciudades, en que la gente se confunde con los autos

y la música es constante parpadeo de voces, rumor de

motores en incendio, ahí donde la luz se niebla con el

humo de miles de obreros en sus fábricas, son

entrañables en si mismas.

Esas calles erguidas y orgullosas con

anuncios enormes y pasos peatonales

esconden, a pesar de su olor alcantarilla

y su constante prisa laboral, el secreto

del vuelo si te adentras más allá de sus

luces, en callejuelas escondidas y en el

silencio de sus parques, encontrarás

inevitable las alas de los sueños que te

dan la libertad de anonimato el ansia de

existir de encontrar entre su abismo la

sonrisa

En medio de sus calles eres otro eres el

mismo desconocido de ti mismo.

Angélica Minor, nacida en Panotla, tiene la maestría en literatura. Su primer poemario fue Gente de adobe. El año pasado, 2021, publicó Plumbago. Asistió como escritora invitada al IV Congreso Internacional de Cultura y Desarrollo. Por la paz y la emancipación humana, donde recibió la bienvenida por parte del presidente Fidel Castro en el Palacio de la Revolución de La Habana, Cuba.

De Plumbago es lo siguiente:

1

Peñascos de escritura cuneiforme

en hilos de delgada arena

mar roto mar

de estrellas mar

de leche

dunas de pecho dorado entre

peces diamantados por el sol

5

Concha y perla llama vertiginosa de

luces marinas ondular que crepita

bajo el manto del sol a plomo donde

las rocas arden

potro que levanta sus crines en el

galopar a golpe del agua que viene y

que va túnica plomiza del azul

11

Bajo el enjambre de jejenes los

cangrejos enhebran la arena

línea zigzagueante el bastón

líquido del atardecer

un cielo lívido carcome la

distancia

Participó también Alba Tzuyuki Flores Romero, quien ha publicado cuatro libros: Mientras te perdías en la distancia, El llanto de la mujer sin ojos, Penumbra, con el que obtuvo el Premio Estatal de Cuento Beatriz Espejo en 2011, y Retablos en 2020, con el que ganó la convocatoria de producción editorial del ITC.

La séptima participante fue Citlalli H. Xochitiotzin, socióloga y filósofa, además de poeta, ensayista y escritora. Su producción literaria poética incluye los títulos Geometría de la incertidumbre, Días del polvo, Memorial de la sangre, Fulgor de alimentos y, apenas en 2020, Poemas sobre los techos.

Minerva Aguilar Temoltzin remarcó la importancia de que la producción literaria tlaxcalteca genere vínculos con la Asociación de Escritores de México, pues eso permitirá romper fiques que separan al omnívoro centro de la fértil provincia.

“Ellos le hacen el fuchi a todo lo que no es de ahí. Por eso es vital despertar su interés y deseen venir a Tlaxcala. Sería muy interesante y de alguna manera nos favorece. Es una pedantería lo que hacen en la ciudad de México, porque realmente sí hacen cosas interesantes, pero no mejores que las que se hacen en provincia. No le veo mucha diferencia. Y ellos tienen todos los medios, todos los recursos…”.

Espera la poeta que esta nueva fase en la relación con la asociación, reactive el intercambio artístico con el centro político del país y sus efectos se reflejen en la producción local.

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