José Luis Puga Sánchez

En el primer tercio del siglo 20 la diversión popular se concentraba en las carpas, donde se ofrecía un teatro de revista con música, baile y picantes cuadros cómicos burlescos. Esa fue la raíz de la que se nutrió Manuel García Méndez para escribir en Apizaco su sainete La villa de las barrancas, estrenada un 30 de septiembre de 1922 en esa ferrocarrilera ciudad.

Y un 30 de septiembre, pero de 2022, ¡un siglo después!, la pieza fue reestrenada en el meritito zócalo apizaquense en un montaje, gracias al trabajo investigador detectivesco de Olimpia Guevara, quien rastreó el libreto original hasta dar con él, buscó apoyo para su impresión… y lo consiguió. Después tuvo la idea de montar la obra justo en la fecha celebratoria, se dio a la tarea de conseguir un elenco, y lo obtuvo, para llegar plenamente dichosa al acto centenario.

‘La villa de las barrancas’ es un jocoso paseo por el habla popular y la picante visión social de los procesos electorales, en Apizaco es el caso. Son cuadros político costumbristas cuyo hilo conductor es una campaña para la presidencia municipal del mismo municipio ferrocarrilero.

En el usual lenguaje de las carpas y del teatro de revista de un siglo atrás, se narra la intentona electoral de un peladito de pueblo en busca de la silla trianual. Desfilan en el escenario un abigarrado grupo de personajes populares, como el borracho y la persignada, cantantes y mujeres galantes, bailarines… y todos destilando corrosivas maldiciones para los políticos y sus falsas promesas, condenas para las insolentes actitudes de las autoridades en turno, renegando su pobreza contra la súbita opulencia de quienes llegan a la alcaldía. Se trata de un discurso que de tan viejo es tan moderno.

El teatro de revista y las carpas tuvieron en el México de hace un siglo singular impacto, pues era el lugar donde el populacho podía desahogar sus lamentos y sus dolores, en las actuaciones tempraneras de gente como Jesús Martínez “Palillo”, Cantinflas, Delia Magaña o Manuel Medel, figuras que poco después se hicieron de amplia fama en el cine.

El elenco se integró por un amplio y heterogéneo abanico de actrices y actores de varias compañías teatrales, reunidos solo para la ocasión. Yawinci Tlacuilo, Noé Xochitiotzin, Hilda Serrano, Marco Adonai Pedroza, Noé Barrera, Édgar Landeros, Lizbeth Pimentel, Rocío Juárez y más.

La dirección de escena correspondió a José Luis Alfaro, el directo de canto fue Ignacio Fragoso, la selección musical fue de Heriberto Acuña, vestuario de David Rodrigo Pérez y una asistencia técnica de Ana Luisa Paredes y de Uziel Jordán Martínez.

El zócalo apizaquense, tan usualmente gélido, este día sudó sus congojas y sus corajes con un nutrido público que vio reflejados sobre el escenario sus rencores, ante un presidente municipal y algunos de sus funcionarios presentes. Fue un hilarante desolladero a cielo abierto gozado por casi todos… salvo los condenados.