José Luis Puga Sánchez
‘Ucronía de un amor’ es la historia de un hombre que al final no era ese hombre que creía ser, novela de Julio Medellín presentada en la galería El Toronjil en el corazón de la capital tlaxcalteca.
Es una novela, a decir del autor, breve, sencilla y muy digerible. Trata de las cuestiones básicas del amor, dentro de ciertos dramas, sí, “pero qué amor no tiene drama”.
Reveló que su personaje está descubriendo, desenterrando, una historia, la historia de su vida que él siempre pensó que iba de cierta forma, pero al final de sus días ya no fue así. Descubrió la ucronía de su vida. Descubrió una realidad diferente de lo que era su vida.
Toda su vida, paradójicamente, vivió de cierta forma y actuó bajo esas circunstancias, pero cuando descubre estas cosas, se le ha acabado el tiempo. Bajo este tipo de ucronía las cosas pintan diferente.
Habla también, abunda el escritor, de soledad, pero “de esa soledad que te da lucidez, que te llena de energía a pesar de saber que no hay nadie más y seguir adelante con tus cosas”.
Julio Medellín habló también de sus contextos, de sus preámbulos. Dijo que su ópera prima, ‘El toque de la bestia’, una novela de terror, le llevó mucho tiempo escribir, alrededor de cinco años.
Su forma de trabajo la asemeja al armado de un rompecabezas: se le ocurren escenas, las anota, vuelve a pensar nuevas escenas y las vuelve a anotar y así va generando archivos sueltos para después proceder a su integración como un cuerpo homogéneo. “A veces solito, durmiendo, armo esas historias. Así se armó este libro. De repente tenía ya secciones, capítulos del libro que quería meter. De ahí los trabajé, los pulí, para en medio año tenerla lista, y todavía la hice a máquina”.
Presentador del libro y codirector de la galería El Toronjil, Alejandro Ipatzi fijó su atención, en primer término, en la portada. “Un libro siempre nos atrapa por su portada, independientemente del autor. Claro, si es un nombre ultra conocido, no pasa así, pero cuando no sabemos quién es el autor, su portada es fundamental para poder atrapar al lector, a un lector que siempre está buscando cosas novedosas que le llamen la atención en su primer acercamiento. Y en cuanto vemos la portada de ‘Ucronía de un amor’, ya sabemos por dónde van los tiros”.
Reveló también que el ritmo de la narración se acompaña con swing, “y quien le guste la música no puede decir que no le gusta el swing, porque es fluido, es emotivo, es orgánico, es alegre, es rítmico, pero al mismo tiempo está profundamente cargado de emociones, que pueden ser oscuras o pueden ser alegres”.
Y abundó: Si nos gusta la ciencia ficción, si nos gustan las distopías, si nos gusta la literatura, si nos gusta la música, si nos gustan las relaciones humanas, sea en el presente o sea en el futuro, siempre van a ser relaciones humanas. “Y esto es un gran aporte, una revelación, un descubrimiento que mientras seamos humanos, vamos a mantener vigentes esas emociones que nos han motivado. Podemos tener sustitutos orgánicos, pero las emociones humanas no se pueden sustituir”.
Hay libros –dijo- que quieren contarnos una historia, hay libros que fluyen libremente sobre una historia y la van narrando de manera lineal, a veces con saltos en el tiempo, y hay libros que reflexionan sobre la historia de los personajes, y aunque no nos cuentan la historia, nos cuentan todos esos procesos emocionales de los personajes y entonces ya podemos fluir en esa historia. Este libro es de los segundos.
“No vamos a asistir al día a día de los personajes. Vamos a asistir a los vaivenes o los altibajos emocionales de los personajes”.
Es –añadió- una sucesión de emociones de los personajes y “podemos estar de acuerdo o no, pero es inevitable que así es como se sienten ellos y, por ende, como sentimos nosotros. Por eso podemos encontrar una enorme empatía con ellos, independientemente de su contexto”.
Cuando escribes –sentenció- con la absoluta certeza que esto es así y no hay manera de rebatirlo, el libro va a estar presente contigo en cualquier momento.
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