Editorial
La privatización, así sea por dos años, de Radio Altiplano abre un gigantesco boquete en la credibilidad política y social de la administración estatal.
La renuncia voluntaria de la defensa de los intereses culturales del pueblo tlaxcalteca, pone en entredicho las políticas del gobierno del estado.
El mutismo unánime en el gabinete para despejar incógnitas, solo eleva la tensión y desplaza nubarrones de dudas sobre la realidad de las decisiones políticas.
El Heraldo, a lo largo del sexenio, ha sido obstinado combatiente de las políticas del gobierno federal. Andrés Manuel López Obrador lo ha ubicado infinidad de veces en el grupo de “medios conservadores” que trabajan para que su gobierno fracase.
Y en los hechos El Heraldo sigue fielmente ese libreto: López Obrador y Morena son los enemigos a vencer.
Pero el gobierno de Tlaxcala es de filiación morenista, se dice.
La gobernadora Lorena Cuéllar no pierde oportunidad para reafirmar su adhesión a las políticas del gobierno federal.
¡Y estamos ya en proceso electoral!
Pero cedió Radio Altiplano a cambio de algo que permanece en la sombra… todavía.
O presionada por algo que aún se desconoce.
En cualquiera de los dos casos, debe ser muy importante para decidirle a enfrentar las muy esperadas reacciones en contra que suceden ya y vendrán.
¿Tiene Beatriz Paredes participación accionaria en El Heraldo?
Los reclamos ya han empezado: el Sistema Púbico de Radiodifusión del Estado Mexicano, Canal 11, Radio Educación… y muchos tlaxcaltecas…
¿Andrés Manuel López Obrador permanecerá imperturbable?
El gobierno del estado cedió la frecuencia de Radio Altiplano a El Heraldo, y ahora se difunden profusamente en Tlaxcala, como granizo, los virulentos ataques de sus opositores… ¡Con la anuencia del gobierno estatal!
Imposible es asumirse sorprendido ante el actuar de El Heraldo.
Y, por otra parte, ¿la identidad de la que se pregona el orgullo?
Radio Altiplano fue una estación de radio cultural, cuya mirada estaba en esos rasgos que definen el ser tlaxcalteca. Caminaba en el diálogo entre personas que comparten orígenes, historia y cultura.
Por medio de Radio Altiplano los tlaxcaltecas dialogaban…
Ese diálogo murió…
El Heraldo esparce en el ambiente estatal los valores de la urbe, el centralismo, el sectarismo, las élites, la política que solo ve la ciudad de México…
¡Ya no tiene Tlaxcala una radio de los tlaxcaltecas y para los tlaxcaltecas!