Piedra de Toque
Versos de antigüedad milenaria compuestos durante la Edad de Hierro en los siglos previos a la llegada de Cristo, bastante antes de que el mismo pueblo celta utilizase la arcaica forma de escritura a base de marcas en las piedras y conocida como ‘ogham’.
Este poema, posiblemente incompleto, es de especial relevancia por ser tal vez la primera reseña referente a la rica tradición oral y literaria que atesora Irlanda. Los antiquísimos versos, de naturaleza mística y bella factura, están recogidos en el conocido como ‘Libro de las invasiones’.
El druida y bardo Amergin es considerado como autor de los mismos. Fue uno de los primeros príncipes milesios que, muchos años antes de Cristo, conquistaron Irlanda; ciertos eruditos creen que, más que un poema, es una fórmula ritual.
EL MISTERIO
Soy el viento que respira sobre el mar,
Soy la ola del océano,
Soy el murmullo de las nubes,
Soy el buey de los siete combates,
Soy el buitre sobre las rocas,
Soy el destello del sol,
Soy la más hermosa de las plantas,
Soy el valeroso jabalí
Soy salmón en el agua
Soy lago en la llanura,
Soy palabra de ciencia,
Soy la punta de lanza en la batalla,
Soy el dios que creó en su cabeza el fuego
¿Quién es el que arroja luz al encuentro de la montaña?
¿Quién anuncia las edades de la luna?
¿Quién enseña el lugar donde descansa el sol?
(Sino yo)
El fragmento original está recogido traducido del lenguaje gaélico original, que, aunque esté en peligro de extinción, sigue siendo una de las lenguas vernáculas más antiguas de Europa, junto al latín y al griego.
Del druida Amergin se dice que pudo ser Milesio, todo esto teniendo en cuenta que sobre esta época de la historia de Irlanda, la mitología y las crónicas orales se entrelazan y es difícil discernir lo que es real y lo que es ficticio, ni siquiera los arqueólogos se ponen de acuerdo. En cualquier caso, si fue Milesio significa que pudo haber procedido del norte de España, que es una de las teorías que se barajan a la hora de buscar los orígenes de la civilización celta en la Isla Esmeralda.
Sobre el poema se pueden hacer varias lecturas, aunque para entenderlo hay que considerar las circunstancias de aquellos tiempos. Es posible que desprenda un cierto aire de arrogancia, pero es que para los Celtas, los druidas no eran sólo los sumos sacerdotes, sino que poseían un poder en algunos casos equiparable al de el propio rey.
Su rol multifacético incluía desde la docencia, la sanación, hasta mediar en conflictos políticos. Sus competencias llegaban hasta el punto de poder ejercer sacrificios, tanto animales como humanos. Y es que normalmente se tiene una imagen de los Celtas muy mágica y muy en comunión con la naturaleza y hay algo de cierto en ello, está claro, pero también eran épocas muy violentas y difíciles.
En cualquier caso, volviendo a los versos, la perspectiva que debe tener de un druida de sí mismo y el reflejo sobre su pueblo, es la de un ser que sirve de vínculo sagrado entre el mundo real y el otro mundo, ni más ni menos.
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