Editorial
En un clima de convulsiones, la sociedad cultural tlaxcalteca atisba ya el cierre de un ciclo calendárico anual.
A cuestas arrastra el flagelo de Radio Altiplano, que gruesos y lacerados verdugones le ha marcado la piel con la hiel.
Se abre exposición de Xochitiotzin que desnuda sangrantes grietas familiares, en tanto el gobierno solo oye una parte.
La celebración de muertos sacó a flote una expresión cultural más viva que muchos programas oficiales.
En medio de la polémica partidista e ideológica por los libros de texto gratuito en el país, el gobierno de Tlaxcala inserta el suyo en primaria sin mayor alboroto.
Abierto ya el periodo de renuncias de funcionarios que buscan un cargo de representación popular en 2024, ¿qué viene en el sector cultural?