Lun. May 20th, 2024

José Luis Puga Sánchez

La zona arqueológica Cacaxtla-Xochitécatl está ubicada en un lugar clave, entre volcanes, en el Valle de Tlaxcala, en estrecha asociación de paisaje cultural y de paisaje natural, por su relación con los volcanes, la relación con el asentamiento en el valle muy fértil y el cruce de algunas rutas de intercambio hacia el golfo y hacia la cuenca de México.

Mari Carmen Serra Puche, doctora en antropología e investigadora, directora del proyecto Xochitécatl de 1993 a 1996, no quiere dejar duda alguna: es erróneo considerar al otro sitio arqueológico Cacaxtla como un sitio aparte de Xochitécatl. “Desde hace mucho tiempo tratamos que no se repita, pero se sigue repitiendo. Yo siempre he mencionado el sitio Cacaxtla-Xochitécatl, pues con base en estudios se considera el centro ceremonial a Xochitécatl, en tanto que la unidad administrativa de esta gran urbe es Cacaxtla. En las terrazas aledañas residían artesanos, campesinos y la elite de este centro ceremonial”.

Durante su participación en el coloquio Sitios y materiales arqueológicos del epiclásico, efectuado en Tlaxcala los últimos días de octubre reciente, la también exdirectora del Museo Nacional de Antropología recalcó otra particularidad de Xochitécatl: está ubicado precisamente en un volcán extinto, “hecho que desde el inicio nos llamó la atención: la utilización de un volcán para construir el sitio ceremonial de Xochitécatl”.

SU HISTORIA

Temporalmente, afirma Serra Puche, tanto en Cacaxtla como en Xochitécatl “tenemos los mismos elementos que nos han fechado para el periodo formativo y para el retorno en el periodo epiclásico”. Esta paridad confirmaría su unidad.

Serra Puche consigna que las evidencias indican los primeros rastros de ocupación en la zona en el periodo formativo temprano, localizado en el periodo de 2 mil 500 a mil 200 a. C. (antes de Cristo), evolución que se mantiene en el tiempo hasta que, abruptamente, en el periodo clásico que va de 200 a 650 d. C. (después de Cristo) desaparece todo signo de ocupación en la zona, periodo identificado como el primer abandono.

El segundo periodo de ocupación inicia con “el retorno”. ¿Por qué regresan a habitar un sitio en abandono por casi 500 años?

El epiclásico abarca el periodo de 650 a 950 d. C., en tanto que el posclásico temprano va del 900 al 1250 d. C., que es cuando se registra el segundo abandono de Xochitécatl.

LA FURIA DE LA NATURALEZA

En su historia, la zona arqueológica ha experimentado dos abandonos masivos totales, cuyas causas habían permanecido ocultas para los investigadores, pero es hasta la última década del siglo pasado cuando los arqueólogos iluminan esas zonas oscuras de su historia.

“¿Qué pasó y por qué fue abandonado el sitio en el 200 d. C.? No lo entendíamos… hasta que descubrimos que en el año 195 d. C. hubo una erupción del Popocatépetl, cuyas cenizas fueron descubiertas y analizadas por geólogos en todas las construcciones del sitio, por eso fue totalmente abandonado”.

La erupción habría generado una especie de nube que bloqueó casi totalmente los rayos solares, lo que a su vez ocasionó lluvias torrenciales que provocaron lahares que incluso ya han sido fechados en el valle. Los lahares son mezclas de agua con una alta concentración de sedimentos y escombros de rocas volcánicas, los cuales se desplazan pendiente abajo en los volcanes, influenciados por la gravedad.

El impacto directo y las consecuencias de la intensa actividad del Popocatépetl, suscitan la pérdida de todas las cosechas, lo que a su vez impulsa a los pobladores a abandonar el valle.

Su destino una vez que salieron del valle aún es desconocido.

Se sabe, sin embargo, afirma la investigadora, que regresan. ¿Por qué lo hacen después de abandonar el sitio por alrededor de 500 años? Es una pregunta actual… sin respuesta todavía.

En esa segunda ocupación el edificio de la espiral como el edificio de la serpiente no vuelven a ser utilizados, quedan como ruinas, ellos, los “epiclásicos”, construyen otra estructura encima de la pirámide de las Flores, con la misma orientación hacia La Malinche, pero tanto el edificio de la serpiente como el de la espiral quedan como ruinas… “o quizá como lugares sagrados, porque tenemos miedo de que la espiral se enoje, como se enojó el Popo. Esas son nuestras hipótesis posibles”.

EVIDENCIAS

Resultado de las excavaciones en el sitio realizadas en el periodo 1992-1994, cuando presidió el proyecto Xochitécatl, Mari Carmen Serra informó que alrededor del centro ceremonial encontraron las habitaciones de los dos periodos, “el típico patrón de asentamiento en el formativo: cuatro o cinco unidades habitacionales alrededor de un patio, actividades en los patios, los hornos para quemar las piñas para hacer el mezcal, los pequeños talleres de cerámica, etcétera”.

Algunas de esas unidades habitacionales –dijo- tienen encima la ocupación epiclásica.

“En este plano se ven las rutas de, quizá, el retorno a Xochitécatl, con base en evidencias de la cerámica en la cuenca de México, con la idea de cruzar el Iztaccíhuatl y llegar a Xochitécatl-Cacaxtla. Tenemos también evidencias de mixco viejo, la relación con el bloque Tlaxco, como posible asentamiento de los propios xochitecas-cacaxtlas que abandonan y se van hacia el norte, o que van hacia Cholula”.

Son estas las hipótesis disponibles hasta este momento sobre este retorno.

Vuelven a habitar la misma terraza donde estaba la unidad habitacional del formativo. La pregunta es: ¿por qué? Cómo es que regresan a una terraza que ya está abandonada y construyen una nueva habitación, con otros elementos arquitectónicos, pero a vivir en el lugar de sus ancestros. “Es esa otra de las interesantes hipótesis: regresar al lugar de nuestros ancestros, más de cinco generaciones después de linajes y de familias”.

SOCIEDAD, PAISAJE Y COSMOGONÍA

Mari Carmen Serra calificó como fundamental que cualquier descripción y trabajo de un sitio arqueológico, esté en estrecha relación con el paisaje. “Debemos entender el paisaje, porque definitivamente urbe y paisaje van relacionados íntimamente, no solamente en la explotación de los recursos en el valle, en los ríos, en la laguna de El Rosario, también la imagen de los volcanes Popocatépetl, Iztaccíhuatl y La Malinche”.

¿Por qué volvemos a ese abandono?, pregunta insistentemente la investigadora, para después empezar a despejar esa incógnita: “Los geólogos nos dieron las claves y puedo decir que Xochitécatl es la maqueta del paisaje a su alrededor. Lo he escrito varias veces y lo insisto: la espiral es el Popo, la serpiente es el Iztaccíhuatl y la pirámide de las flores es La Malinche. Solo hay que ver la estructura de estos edificios en relación al paisaje. Es necesario, además, ver la relación de los volcanes con los dioses; al mismo tiempo el volcán se transforma en un ser mítico”.

Propuso, por ello, la creación de un museo de sitio donde se explique la relación de los edificios entre sí y con los volcanes, “tanto para bien como para mal”. “Hoy en ningún lugar explicamos todo esto: ¿Quiénes eran? ¿A qué se dedicaban? ¿Cómo y dónde vivían? ¿Cuáles eran sus actividades?…

Recapituló lo ya escrito, como un libro sobre la vida cotidiana en la zona, sobre las evidencias localizadas en cuanto a la producción local de mezcal, sobre los talleres de cerámica, talleres textiles, etcétera. “Podemos, entonces, hablar de una ciudad. No es solamente un centro ceremonial”.

Insistió en el edificio de la espiral, en cuya exploración se encontró gran cantidad de ceniza volcánica, edificio que “definitivamente” es una reproducción del Popocatépetl.

Abrió un paréntesis para atender lo que parece una vieja herida: “Como directora del proyecto Xochitécatl del Fondo Nacional Arqueológico, durante los años del 92 al 94 se excavó el sitio, periodo en el que en el seno del Consejo de Arqueología se creó una comisión que revisaba cada sitio, cada uno de los 14 proyectos contemplados en el fondo nacional y cada uno de los equipos que estaban excavando. Al proyecto Xochitécatl esta comisión llegó varias veces y nos ayudó a solucionar las interrogantes surgidas. Vimos, así, que en la espiral no había escalera para ascender, sino que había pequeñas rampas que subían de nivel, pero rodeando el edificio, de ahí su nombre. En aquel momento los arqueólogos, restauradores y arquitectos que aprobaron nuestro trabajo fueron Jaime Cámara, Arturo Molina, Roberto García Moll, Lorenzo Ochoa, Daniel Juárez… quienes nos pidieron cumplir con la Carta de Venecia, lo que significaba dejar todos los árboles in situ, esto es, todo el entorno con imagen casi intocada, pues se trata de una ruina y eso tenía que verse. Pero nos sugirieron poner la escalera movible, la escalera metálica, y que dejáramos los árboles… Y así fue”.

Se respetó la cruz, que es la cruz que cada 3 de mayo bajan los habitantes de San Miguel Xochitecatitla.

La pirámide de las flores fue un edificio que también “nos costó entender su estructura arquitectónica. Dejamos aparentemente la fachada donde están las tinas, que es la fachada del periodo formativo, y la fachada posterior es la fachada del epiclásico”.

Se mantuvieron también los materiales constructivos provenientes de los ríos, igual que en la espiral, donde los materiales constructivos eran los cantos rodados del río Zahuapan y del río Atoyac. “Respetamos las escaleras, los árboles y los nopales, importante porque así el sitio se convirtió también en un jardín para los visitantes”.

Apunta que 28 y 29 de septiembre el sol sale en el perfil femenino de la Malinche, y eso se percibe desde la parte alta de la pirámide de las Flores. “La pirámide de las flores es la reproducción del volcán la Malinche”.

Hizo hincapié en los volcanes, porque tienen mucho que ver con los dos abandonos, el segundo después del epiclásico, alrededor del año mil 100, cuando también está fechada una erupción del volcán Popocatépetl.

“Tenemos también algunos hallazgos en las terrazas habitacionales de entierros posclásicos. O sea, el sitio registra también el retorno de ciertos individuos que mueren y los entierran en casa de sus ancestros”. Este concepto del retorno debe ser más estudiado, conmina.

¿Por qué retornas a donde vivieron tus ancestros y vuelves a repetir el paisaje sagrado?, interroga.

El abandono afirma que también es posible observarlo en el edificio de la serpiente, edificio también fechado en el periodo formativo. Abandonan el sitio, pero dejan la estela dentro de las tinas. Es otra evidencia de abandono y de no regreso en este caso.

Finalmente, retoma una definición de la Unesco: “El paisaje es vivo y conserva una función social activa contemporánea, estrechamente vinculada al modo de vida tradicional, en el cual prosigue el proceso evolutivo”. Eso es Xochitécatl –subraya- y así tenemos que explicar el sitio arqueológico. Es una reproducción de un paisaje, un paisaje sagrado. En ese paisaje, lo hemos visto muchas veces en otras comunidades cercanas al Popo, el volcán sigue siendo una divinidad y el edifico de la espiral es la representación prehispánica de este volcán, con la cruz en su cima.

EL TERCER ABANDONO

Conectada vía digital a la sala donde es observada y escuchada por el director en Tlaxcala del Centro INAH, José Vicente de la Rosa; por el secretario de Cultural estatal, Antonio Martínez Velázquez, y por investigadores y prensa, Mari Carmen Serra Puche empieza un amago de despedida, se detiene, carraspea, fija la mirada en la pantalla… y habla…

“Tengo que decirlo: en esto se ha convertido el edificio de la espiral… es este el tercer abandono. Ellos están subiendo por esa escalera hecha con bloques comprado en Puebla”.

contacto: piedra.de.toque@live.com

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