Dom. May 19th, 2024

Piedra de Toque

La serie Danza de la Muerte, de Hans Holbein, el Joven, es un conjunto de grabados recopilados en el libro editado por Ulinka Rublack, The Dance of Death (Penguin, 2016). La editora ha reproducido los 41 grabados (65 x 48 mm) preparados por Holbein y cortados por Hans Lützelburger (originalmente eran 51, pero el cortador murió antes de terminar el trabajo), en el orden en el que aparecieron en el libro publicado por los hermanos Trechsel en Lyon (se trata de la primera edición). Si bien Holbein trabajó en estos grabados entre 1525 y 1526, estos vieron la luz recién en 1538. El libro fue titulado Les Simulachres & historiées faces de la mort y solo se menciona como autor a Lützelburger, quizá para evitar la censura, pues Holbein ya era conocido como uno de los pintores de la corte de Henry VIII. Los Trechsel encargaron el prólogo a Jean de Vauzelles

Los grabados forman parte de las colecciones del National Gallery of Art (Washington, D. C.), la Bibliothéque nationale de France (París) y The Trustees of the British Museum (Londres). De ellos se presentan 18 en esta edición de Piedra de Toque.

LA CREACIÓN

El primer grabado de la serie muestra el momento final de la creación: el nacimiento de Eva de las costillas de Adán, quien duerme en el Edén. Holbein dibuja a Dios como un venerable anciano coronado por una mitra, en el momento en el que toma a Eva (mucho más pequeña) de los brazos y la eleva del cuerpo de Adán. Los tres personajes están al centro de la composición; alrededor de ellos hay animales (mamíferos, aves, reptiles, peces, incluso un caracol) y plantas (árboles y césped). El fondo es complejo: hay un río en el primer plano, le sigue el jardín y, sobre este, el cielo muestra al sol, la luna, los céfiros (todos con rostros humanos), las nubes y las estrellas.

LA TENTACIÓN

En este grabado se muestra el instante en el que la serpiente tienta a Eva. La composición está organizada de la siguiente manera: al centro está el Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal, del cual desciende la serpiente que tiene rostro humano y se dirige a Eva, quien está sentada, desnuda, a la derecha con un brazo levantado (en la mano sujeta un fruto); a la izquierda está Adán, de pie y desnudo, extiende un brazo hacia uno de los frutos que cuelga de una de las ramas del árbol. Rodeándolos, a sus pies, hay animales de todo tipo (se observa, por ejemplo, una lagartija). El fondo, salvo por los troncos de los árboles, está vacío.

LA EXPULSIÓN DEL PARAÍSO

La muerte hace su primera aparición: si bien lleva un instrumento de cuerdas, muestra un semblante compasivo ante lo que ve: Adán (al centro de la composición) corre con los brazos extendidos mientras mira hacia atrás: en la parte superior, apartando las nubes, está el ángel que custodia el Edén y blande una espada de fuego. Detrás de Adán, corre Eva, quien, avergonzada, cubre su pecho. Holbein captura el movimiento: nótense la disposición de los cuerpos y el cabello de Eva agitado por el viento. El suelo es pedregoso; los árboles están desnudos. Desde este momento la muerte acompañará a los hombres.

ADÁN LABRA LA TIERRA

Este grabado muestra la vida de Adán y Eva luego de la expulsión del Edén. En el Génesis se indica que Adán labraba la tierra con esfuerzo y que Eva parió a sus hijos con dolor. Holbein dibuja, en un primer plano, a Adán, quien, con un palo de madera, parece arar la tierra o empujar las raíces de un árbol seco ubicado a la derecha. Su rostro refleja el esfuerzo considerable que implica su tarea. En el segundo plano, está la muerte, ayudando a Adán. En el tercer plano está Eva, amamantando a Caín. Ella, al igual que Adán, está vestida. En el fondo se aprecia un monte árido (apenas hay unas matas de hierba). En el cielo hay aves. Se debe prestar atención a un detalle fundamental: aparece por primera vez el reloj de arena, uno de los símbolos de la muerte (está ubicado a la izquierda, en el suelo).

LOS HUESOS DE TODOS LOS HOMBRES

En este grabado hay un salto del tiempo mitológico al histórico. Esto es evidente por el lugar en el que se festeja la fanfarria de los esqueletos: están en una ciudad; en el fondo, a la izquierda, se aprecia una torre; al centro y ocupando casi todo el espacio, hay una construcción típica de la época en la que vivió Holbein. En el primer plano hay un esqueleto que golpea dos instrumentos semejantes a tambores. Él marca el ritmo mientras los otros esqueletos tocan instrumentos de metal. En el suelo hay varios huesos desperdigados y detrás del muro en el que está sentado otro esqueleto hay varios cráneos apilados. Este grabado da inicio a la danza.

EL PAPA

En este grabado vemos al papa coronando a un rey; este está postrado y besa los pies de la autoridad máxima de la Iglesia. El “trono” en el que está sentado está ricamente decorado (el asiento tiene una figura esculpida, y hay colgaduras con bordados). Alrededor del papa hay demonios, uno se arrastra por una colgadura y lo mira, mientras que otro vuela llevando un letrero. Otros miembros de la Iglesia contemplan la coronación. Esta escena evoca el “matrimonio” entre el poder espiritual y el poder político; dos poderes que debían ser independientes. En la escena vemos a dos esqueletos: uno está detrás del papa y lo mira directamente, mientras se apoya en un bastón; el otro está de pie al lado de los miembros del clero, vestido como estos, y mira la coronación con dureza.

EL EMPERADOR

En este grabado vemos al emperador en su corte. Está sentado en su trono y ocupa el lugar central de la composición. Lo rodean cortesanos, pero solo presta atención a uno, bastante joven, ubicado a la izquierda. Mientras, ignora al hombre arrodillado a la derecha, que viste con sencillez y que parece pedirle algo. La muerte, elevada sobre el trono, parece querer obligar al emperador a que gire la cabeza. En el primer plano, en el suelo, están el reloj de arena y un orbe. Que el emperador no está cumpliendo con sus deberes, como el de ejercer la administración del pueblo y velar por sus subordinados, es evidente no solo en su actitud sino en la espada rota que sujeta.

EL HOMBRE NOBLE

Seguimos bajando en la jerarquía de la élite secular: este grabado representa el intento fútil de un miembro de la nobleza de enfrentarse a la muerte. El hombre está ricamente vestido y sus brazos parecen estar cubiertos con una armadura; además, empuña una espada. Sus intentos son inútiles: detrás de él, en un segundo plano, hay un anda, sobre la cual está el reloj de arena. La muerte, desarmada, no perderá este combate. Aparte de la vestimenta y las armas —solo los miembros de la nobleza podían portarlas—, no hay pistas del rango nobiliario del hombre. El paisaje es agreste (hay un tronco partido detrás).

EL JUEZ

Vemos a un juez en el acto de recibir un soborno. Bien alimentado y vestido, ocupa el lugar central del grabado y le extiende la mano al hombre ubicado a su izquierda, quien lo mira con complicidad, mientras saca algo que podría ser dinero de un recipiente. Este hombre, que lleva el cabello ordenado y luce prendas que revelan su rango social alto (viste una capa y no se ha sacado el sombrero), contrasta con el que está a la derecha del juez, quien luce desaliñado, delgado y está mal trajeado (tiene el sombrero entre sus manos). La muerte, ubicada al lado del hombre pobre y con un grillete del que cuelga una cadena en el cuello, está a punto de arrebatarle el cayado del juez. Simbólicamente, el reloj de arena está tirado a los pies de la lujosa silla del juez.

LA ANCIANA

En este grabado Holbein nos muestra a una anciana, que viste con sencillez y se apoya en un bastón, mientras es conducida por la muerte, coronada con hojas, que parece bailar al ritmo de un esqueleto que dirige la comitiva mientras toca un instrumento de percusión. La anciana lleva en sus manos un rosario, que podría interpretarse como símbolo de piedad. El reloj de arena, roto, está ubicado en el suelo, a la izquierda. A diferencia de los parajes agrestes de grabados anteriores, en este vemos vegetación.

EL ÁVARO

En este grabado Holbein nos muestra a un hombre que ha acumulado dinero y se ha encerrado en una habitación que llama la atención por los barrotes reforzados de la ventana. Los símbolos de riqueza son evidentes: hay monedas sobre la mesa, hay dos cofres bien asegurados, hay varias bolsas de dinero. El avaro parece increparle a la muerte porque esta está recolectando las monedas desperdigas sobre la mesa en un recipiente. Su futura muerte (hay una vela a punto de ser consumida y un reloj de arena sobre la mesa) no parece preocuparlo. Los avaros están relacionados con los usureros, que lograban acumular riqueza sin mucho esfuerzo, a base de prestar dinero y exigir intereses elevados.

EL MERCADER

En este grabado vemos representado otro oficio, el de mercader. Holbein nos muestra a dos mercaderes exitosos, basta ver los detalles de su vestimenta, que se dedican al comercio marino. Es evidente que los personajes están en un puerto, por los barcos que están en el fondo y porque los hombres están descargando paquetes. El mercader elegido por la muerte se aferra no solo a la vida, sino que intenta, desesperado, tomar las monedas que probablemente ha estado contando (algunas están sobre el paquete, pero la mayoría están en dos bolsas). La muerte no se detiene, lo mira con gesto irónico y lo arrastra de la capa con una mano, mientras que con la otra lo obliga a mirarlo.

EL CABALLERO

Holbein nos muestra un combate entre un caballero, que empuña una espada; y la muerte, que lo atraviesa con una lanza. La muerte, con cota de malla, supera las habilidades caballerescas de su víctima quien, en lugar de mostrar maestría en su arte, solo exhibe su rango social por las abundantes plumas que decoran su casco. El paisaje es agreste: no hay vegetación; a la distancia se observan casas pequeñas. Casi al centro y sobre el piso, se encuentra el reloj de arena.

LA DAMA

Otro personaje femenino en la serie. Esta vez Holbein ha dibujado a una dama ricamente vestida (nótense las joyas y la decoración de las prendas, además del cuidado con el que viste), quien está acompañada por su esposo, quien luce igual de elegante. El hombre observa con tristeza a la mujer, pues sabe que va a partir. La caminata de ambos está precedida por la muerte, que toca con energía un tambor. De las paredes de la habitación cuelga un tapiz; en el suelo, a la derecha y al lado del esqueleto encontramos el reloj de arena.

EL LABRADOR

En este grabado el arador y la muerte casi dan la espalda al espectador. El arador, un hombre anciano, conduce a sus caballos mientras prepara la tierra para sembrar. La muerte, con un látigo, azuza a los animales y parece dirigirlos. Los animales ya no siguen los surcos, sino que parecen desviarse y dirigirse hacia el fondo, donde hay una colina, sobre la que hay una iglesia, iluminada por la luz del sol que está justamente detrás de la edificación. El escenario es el más agradable de la serie, por la abundante vegetación. La muerte anuncia al anciano su próximo fin. El énfasis en la iglesia y la ausencia de otros símbolos que se asocien a la muerte, parecen indicar que el hombre ha conseguido la salvación de su alma.

EL NIÑO

El último personaje en acompañar a la muerte es un niño pequeño que apenas está vestido. El lugar en el que vive muestra signos de deterioro severos. La muerte conduce al infante a la salida de la casa, mientras este intenta quedarse con su madre y su hermano, quienes observan con espanto su partida. En el momento en el que la muerte irrumpe, encuentra a la familia en una situación cotidiana: la mujer se encontraba calentando comida en una hoguera improvisada. El reloj de arena está en el suelo, al lado derecho del grabado.

EL ÚLTIMO JUICIO

El penúltimo grabado de la serie muestra una escena bíblica: el último juicio, momento en el que todas las almas serán juzgadas y no habrá más muertes. Holbein ha interpretado los pasajes bíblicos de la siguiente manera: sobre una esfera que podría ser la Tierra está Jesús, que está iluminado por el sol. Detrás de él hay un arcoíris que divide el espacio en dos partes. Arriba, donde están aquellos que ya están salvados; abajo, los cientos de personas que claman antes de escuchar el veredicto de Dios.

EL ESCUDO DE ARMAS DE LA MUERTE

Con este grabado Holbein termina su Danza de la Muerte. Si al principio veíamos a la pareja fundacional: Adán y Eva, ahora vemos a una pareja de nobles, marido y mujer, ricamente vestidos que presentan el emblema de la muerte: una especie de fuente, dividida en tres partes: la base está decorada con un cráneo que muerde una serpiente; de la parte central cae agua con fuerza; la parte superior es un reloj de arena flanqueado por los huesos de brazos que sujetan una piedra.

contacto: piedra.de.toque@live.com

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