Dom. May 19th, 2024
Teatro delle Briciole, de Italia, en el Xicohténcatl

José Luis Puga Sánchez

Medio siglo de Cervantino en México, celebración que tuvo en Tlaxcala una mínima, aunque no por ello deslucida representación. Se anunciaron tres presentaciones, pocas si se compara con años anteriores: la cantante Manasi Prasad, de la India; el Teatro delle Briciole de Italia y la española Rosario Flores. Solo los dos primeros se presentaron, puesto que la cantante española suspendió su presentación “por causas ajenas a la organización”, justificó el festival en un comunicado de prensa.

Manasi Prasad es una joven mujer muy impregnada ya, pese a su edad, de la enorme tradición musical que La India atesora. De toda esa profunda veta nacional, la cantante mostró sus versiones de cantos rituales, cantos celebratorios, cantos para la meditación. Mención especial merece una pieza que, con duración mayor a 20 minutos, ofrece un recorrido por su cultura musical, viaje en el que mezcló ritmos, instrumentos, emociones, tonalidades…

El patio central del Palacio de Cultura fue habilitado con una lona que cubrió el descubierto forito, ante un regular número de asistentes que ocuparon la mitad del sillerío. Nadie ingreso al Palacio sin un boleto que previamente había sido regalado.

El teatro Xicohténcatl fue, una semana después, el punto focal para la visita del Teatro delle Briciole, agrupación italiana que mostró la gigantesca dificultad que puede entrañar la sencillez.

La suya fue una sucesión de cuadros que remiten a cualquier cosa… o a muchas cosas. Al cine, por ejemplo, con la alusión directa a aquella famosa película en los años 70: Tiburón. O sus muy claras referencias al cuento clásico Caperucita Roja.

Pero su magia, que por muchos momentos sí hubo, radica en su montaje: De una pequeña pila de libros extraen toda su escenografía: una pequeña figura humana recortada sobre el libro abierto en su totalidad, cambio de página y la imagen cambiaba en su posición, o en su tamaño, o en su color…

Dos actrices dieron fondo humano y gutural, pues no hubo palabras, a esa secuencia de cuadros que, sobre una mesa, subían y bajaban, se hacían chiquitos y se hacían grandotes, a veces blancos, otras, rojos. Pero el acto de prestidigitación se cumplió, fueron capaces de hacer llegar su propuesta al público y la gente voló con ellas. Esto quedó evidenciado con el aplauso de píe que le tributaron al finalizar.

Parco en número, reducido, pero vibrante en su angostura, el festival Cervantino llegó nuevamente a Tlaxcala bajo el auspicio de la Secretaría de Cultura federal.

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