Lun. May 20th, 2024
Loas a Xochitiotzin en la Pinacoteca

José Luis Puga Sánchez

A un siglo y dos días más del nacimiento de Desiderio Hernández Xochitiotzin, un grupo de trabajadores de la cultura reunió sus ideas y sus percepciones para compendiarlas en una carpeta que pretende englobar un concepto procreado por el pintor y muralista, la tlaxcaltequidad, una serie de rasgos y condiciones que a juicio del artista debe tener toda persona identificada con esta tierra.

Es en ese pantanoso terreno de la definición de identidades, donde el propio Octavio Paz trastabillara en su Laberinto de la soledad, que esta heterogénea congregación de artistas aporta su visión particular al tema que Xochitiotzin atendiera décadas atrás.

La nomenclatura hoy es extensa: Albadelia Solano Juárez, Marisela Guarneros Chumacero, Pedro Avelino Alcántara, Ana María Torres García, Sandra Elizabeth Díaz Domínguez, Francisco Ulises Plancarte Morales, Rosa María Lucio Parra, Samuel Ahuactzin Cuecuecha, Galdina Galicia Acoltzin, Giseld Rodríguez Muñoz, Jaime Milácatl Peralta, José Manuel Montealegre Solís, Noemí López Carrasco, Cuahutlatohuac Xochitiotzin, Maira Violeta Sosa Muñoz, José Martín Rojas Hernández (sin grabado), Daniela Bonilla Morales, Félix Jorge González Barrios, Mariana Herrera Molina, Leopoldo Morales Praxedis y Ethel Xochitiotzin.

Bueno, son los créditos que dos días después de su inauguración en 13 de febrero en el patio de la Pinacoteca, estaban aún. Y sin contar con los grabados ahorcados sin lápida sobre su tumba que los identifique.

Y el montaje recibió fuertes señalamientos, pues cada grabado en el pasillo que circunda el patio primero del museo, pende de un delgado hilo que los deja a la potestad del viento… y giran deshilachadamente. Sobre la barda perimetral del mismo patio otra hilera de grabados. “Mejor hubiesen quedado, así, en el tianguis”, reprochó una voz expositora.

Los discursos escritos convergen en la figura del pintor y muralista tlaxcalteca, en su importancia cultural, en su penetración en la historia, en su descripción de las costumbres, en su identificación identitaria… Incluso el mensaje de Alejandra Frausto, secretaria federal de Cultura, quien añade créditos para Andrés Manuel López Obrador y habla de “cambios” en las políticas institucionales.

Con el Tonalámatl como su guía, códice prehispánico que se atribuye a Tlaxcala, cuyos atributos energéticos y rituales lo sitúan como un libro del destino, esta carpeta oscila de la importancia ritual y alimentaria del maíz, a la herida de la colonización, a la fortaleza guerrera del jaguar, a la ceremonia culinaria, a la fusión de la milpa con los cerros…

El discurso visual, así, es poliédrico, ramificado en la diversidad de las visiones participantes, pero los discursos inaugurales, todos, fueron hacia la figura de Desiderio, lo cual es justificable. No hubo, en cambio, un solo señalamiento hacia los participantes en el presente ejercicio. Nadie identificó un solo trabajo, nadie señaló a los escritores. Bueno, sí, el de Alejandra Frausto el propio secretario local de Cultura buscó quedara muy clara la autoría. Pero nadie se preocupó por identificar públicamente a los autores de la carpeta.

Y dos días después de inaugurada, el miércoles 15 de febrero, varios de los grabados estaban ya desnudos de su respectiva semilla de mango pintada de azul, con un nombre mecanografiado. Estaban ya en el anonimato. O el caso contrario, donde en un espacio, ahí donde debió estar un grabado, ahora estaba un vacío, nada, y al centro esa nada una semilla azulosa de mango solo con un nombre: “José Martín Rojas Hernández”.

Pero hay que celebrar, diría en el acto inaugural el titular de la Secretaría de Cultura de Tlaxcala, Antonio Martínez Velázquez, un homenaje de artistas a un artista. Reafirmó que la magna exposición montada hoy en Los Pinos en reconocimiento a Xochitiotzin, en breve terminará su transitar en su casa, en Tlaxcala, donde, por cierto, continuarán los meticulosos trabajos de restauración a los murales en el palacio de gobierno. Habló también de los avanzados trabajos en la edición de un novedoso libro de ensayos y estudios que atisben la producción estética e intelectual del muralista.

El rizo proselitista apareció: Antonio Martínez Velázquez dio públicamente todo su voto a Ethel Xochitiotzin, junto a él como presentadora, para que asuma la coordinación de la naciente Universidad Intercultural, en cuya terna final para la definición del cargo se encuentra. “Desde aquí damos nuestra recomendación y el voto de confianza y ojalá sea elegida

Coleó su intervención con el señalamiento de que se está trabajando con los gobiernos de Zacatecas, de San Luis Potosí, de Nuevo León y de Coahuila, para reorganizar “el gran festival de la tlaxcaltequidad”, “porque es importante entender esa huella cultural que va desde Perú hasta Filipinas. Es importante que es raíz se reconozca y se haga evidente”.

Volteó a sus lados y Ethel Xochitiotzin, Vanesa Cuapio y Leopoldo M. Praxedis le devolvieron la mirada, regresó su vista al apretujado grupo que de frente le veía y oía y recalcó que “ejercicios como el de hoy ratifican la importancia de la tlaxcaltequidad en las artes y en la cultura del país”.

Buscó ceder la palabra a Praxedis, instigador y promotor del espectáculo, pero el pintor grabador negó abrir la boca, dejó toda responsabilidad del momento a su “hermanito Marvel”, aunque después, en el recorrido, Praxedis habría de convocar a depositar donaciones en un “cruzrojero” botecito con su ranura en medio, cuya recaudación se destinará, lo aseguró, para la rehabilitación de “la concha acústica de San Bartolomé Matlalohcan”, sin mayor precisión.

En fin, se inauguró la exposición largamente pospuesta, más de un año, por “carencia de espacios” y hoy montada en el pasillo del patio de la Pinacoteca, muestra que se inscribe en la moderna y segura marea de loas y reconocimientos a los artistas muertos, cuya inauguración sucedió en inusual día, en lunes, el de descanso de todos los museos en Tlaxcala.

contacto: piedra.de.toque@live.com

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