Jue. Nov 21st, 2024

Editorial

El azaroso proceso que vive la creación de la compañía estatal de teatro, pone en evidencia, una vez más, la enorme distancia existente entre el discurso y el hecho, entre las palabras y las acciones.

“Ecosistema”, “comunidad”, “democracia”, son conceptos profusamente vertidos por el titular de la Secretaría de Cultura, Antonio Martínez Velázquez, en actos públicos. Sabe que sus palabras tendrán eco en medios de información… Pero su cotidianidad se encuentra muy distante.

El proyecto de la compañía estatal de teatro es muy claro.

Se presentó públicamente en el momento de lanzarse la convocatoria para su integración. Ningún contacto, ni el mínimo, hubo previamente con la comunidad teatral. “Para qué…”, lo reconoció minutos después ante micrófono el funcionario.

Y después de su presentación mantuvo la cancelación de los canales de interlocución con las agrupaciones escénicas. El proyecto está dirigido a las personas, no a las compañías, justificaría.

Sí, claro, las compañías están integradas por personas, como las instituciones, como la sociedad misma. Pero eso se eludió.

Y Marvel puso en relieve la “experiencia” de Ausencio Cruz, veterano sobreviviente de aquellos pseudo programas cómicos de la banal y manipuladora televisión mexicana.

Y Ausencio Cruz repitió una y otra vez que el proyecto era de su autoría, enriquecido con algunas pequeñas aportaciones.

Sus inexperiencias salieron a flote. Las furibundas reacciones de varios miembros de la comunidad teatral dan fe de ello. No pudo Ausencio Cruz pasar del primer encuentro formal de trabajo con gente de teatro. Le restregaron las inexactitudes, las carencias, las fallas… No pudo… No supo.

Pero el proyecto es institucional, así lo asume Martínez Velázquez. Y ese proyecto institucional es de una agrupación teatral pagada con recursos del estado, no más.

Pero hay un agravante, se trata de una compañía no profesional, amateur, pues no trabajaría en condiciones de una empresa y no con actrices y actores profesionales: contrato, seguridad social, salario por presentaciones y por ensayos… Actores y actrices en Tlaxcala sólo un muy reducido número vive de su actividad escénica. La inmensa mayoría combina la actuación con otra actividad redituable. No hacerlo es morir de hambre.

No hay un programa integral de atención a la actividad teatral. No hay un programa anualizado de capacitación en todos los niveles. No hay un circuito constante de actividad teatral en el estado, proyectado y operado por la secretaría, cuando menos en sus centros culturales. Se canceló sin explicación alguna la muestra estatal de teatro. No hay contactos formales y permanentes con otros estados para formalizar intercambios. No hay contacto con festivales para promocionar el trabajo local. No hay miradas a otras actividades escénicas como iluminación, dramaturgia, escenografía, musicalización… No hay… No hay… No hay…

Existe y opera en la Secretaría de Cultura una oficina atención a la diversidad, hecho encomiable en una sociedad que quiere ser abierta e incluyente. Pero en esa misma tesitura, por qué no existe una oficina de atención a la actividad escénica. Por qué no la hay para la cultura audiovisual, por qué no para la música… Por qué no hay otra oficina de atención a las actividades artísticas. ¿Lo desmerecen?… Ah, ¡No se ven!

La literatura es asumida desde su parcela, segmentada, por la directora del Museo Miguel N. Lira… No alcanzó el presupuesto, o la idea, o el interés para más, para tener oficinas aparte, con responsabilidades aparte.

Por qué no ver a la actividad teatral como un todo amplio, envolvente, de frente a una sociedad que camina, con o sin instituciones.

Son servidores públicos…

Y se aproximan ya las elecciones…

Por admin