Jue. May 9th, 2024

Las mujeres en la producción de bebidas alcohólicas

Édgar Iván Roldán Cruz / Carmen Medina Mendoza

En México, la participación de las mujeres en la producción de bebidas como el pulque y mezcal está presente desde tiempos precolombinos. Como lo muestra el trabajo de Arturo Soberón (Soberón, 2019), existe un vínculo simbólico y religioso fundacional entre el pulque y las mujeres; Mayahuel la deidad asociada con esta bebida, fue la que dio a los hombres el conocimiento para hacer los agujeros en los magueyes y así obtener la bebida; es decir, el mito relata que fue una mujer la que descubrió como producir pulque.

La participación de las mujeres en la venta de pulque está registrada desde el inicio del periodo colonial. Las autoridades buscaron regular tanto el consumo como su venta; ya existían mujeres que solicitaron una licencia desde 1591. Debido a que se trataba de una industria que tenía una gran demanda, pero también una gran competencia, se buscó relacionar los permisos con controles morales que pudieran regular la actividad. Por ejemplo, en 1608 el virrey Luis de Velasco decretó que por cada 100 indígenas sería una mujer anciana la encargada de vender pulque, misma que debería de ser de las más pobres y con mejor reputación. Nuevos decretos de 1639 buscaron limitar la cantidad de expendios en zonas como Santiago Tlatelolco, San Hipólito, San Juan y San Pablo Tomatlán, así como establecer horarios: de las diez de la mañana a las cuatro de la tarde en días de trabajo y del medio día a las cinco de la tarde en días festivos (Soberón, 2019).

El trabajo de Arturo Soberón nos permite documentar que la venta de bebidas alcohólicas, en este caso el pulque, se convirtió en una de las vías que tenían las mujeres para lograr una importante mejora en su posición económica; algunas de las mujeres que vendían esta bebida tenían considerables beneficios. Esto explica el crecimiento de las mujeres que obtenían permisos, las llamadas “indias pulqueras”, pero también de los establecimientos que vendían esta bebida. Para mediados del silgo XVII existían unas 200 “casas de pulque”, en muchos casos atendidos por mujeres (Soberón, 2019).

La ecología de la decisión de participar en el negocio del pulque, comenzó a transformarse por el interés que comenzaron a mostrar los grupos mestizos y criollos. En 1635 las autoridades virreinales registraron un crecimiento de estos grupos en la venta del pulque y una disminución de la participación de mujeres indígenas; estas últimas comenzaron a ser relegadas a la venta en pequeños pueblos, zonas rurales y la venta de aguamiel o pulque de mala calidad llamado “tlachique” en la ciudad. Esto generó un cambio en las condiciones de los establecimientos que vendía pulque: de puestos ambulantes a construcciones fijas: las pulquerías comenzaron a monopolizar la venta de pulque de buena calidad (Soberón, 2019).

El involucramiento de clases criollas y mestizas en el negocio del pulque, atrajo a mujeres con recursos económicos a participar, por ejemplo, en 1776, las marquesas de Salvatierra y de Valle Ameno eran propietarias de pulquerías en la ciudad de México. Estas mujeres no se limitaban a la administración de sus negocios, sino formaban parte de negociaciones ante las autoridades, ante la amenaza de cierres por las peleas y conflictos que tenían lugar dentro de las pulquerías (Soberón, 2019).

Existen casos de mujeres que administraron algunos de los más grandes negocios de pulque en la época colonial. Por ejemplo, la marquesa de Vivanco, a la muerte de su esposo en 1799, se convirtió en la exitosa administradora de las haciendas de Chapingo, localizadas en Texcoco, y Ojo de Agua en Zempoala. Algunas de las propiedades del Conde de Regla fueron heredadas por mujeres: María Ignacia Romero de Terreros recibió las pulquerías llamadas Árbol, Biznaga, Tepozán, Jamaica y Risco, así como la hacienda de Tecajete. Otra hija del conde, María Dolores, obtuvo las pulquerías “Romero” y “Florida” y la hacienda San Pedro de la Vaquería. Para el año 1780, una buena parte de las 45 pulquerías registradas en la Ciudad de México eran administradas por mujeres (Soberón, 2019).

En la época colonial podemos ver como los cambios en la ecología de la decisión generaron una respuesta de las mujeres: las indígenas que fueron desplazadas de la venta de pulque por parte de los mestizos y criollos, fueron empujadas a generar nuevas formas de hacer negocios, ahora mediante la venta de comidas al lado de las pulquerías, las llamadas “almuercerías”, también surgieron otro tipo de puestos de mujeres, las “cuberas”, que venían pulque en pequeños puestos cubiertos con una lona (Soberón, 2019).

Como podemos ver, el análisis de la evidencia histórica está comenzado a producir una reconsideración del papel de las mujeres en la producción de bebidas alcohólicas como el pulque y los distintos mezcales (Soberón, 2019; Sánchez, 2017; de Lourdes, 2022). Está todavía por escribirse un análisis histórico y sociológico sobre el papel que las mujeres han desarrollado en esta actividad durante toda la historia de México. En la actualidad, está produciéndose un nuevo cambio en la ecología de las decisiones para las mujeres que producen mezcal y pulque, en gran parte, producido por la iniciativa de ellas mismas, pues existe una creciente inclusión en la parte empresarial y directiva de estas actividades productivas (Sánchez, 2017).

LA ECOLOGÍA DE LAS MUJERES EMPRENDEDORAS EN LA COMERCIALIZACIÓN DE MEZCALES

Al separar los factores micro sociales (arquitectura de la decisión) de los factores macro (ecología de la decisión), podemos plantear la existencia de al menos dos grupos de mujeres que participan en esta actividad desde condiciones económicas, sociales y culturales distintas. Por un lado, tenemos a mujeres que cuentan con baja educación, dinero, limitadas redes sociales y que su participación en la siembra, cultivo, elaboración o venta de bacanora es empujada por su familia, la ausencia del cónyuge, falta de ingresos o por ser una de las pocas actividades productivas en su lugar de residencia. Los estudios realizados sobre la participación de mujeres en la producción de mezcales confirman dicha caracterización de factores que empujan a mujeres a participar en esta industria (de Lourdes, Orozco y Sánchez, 2022).

Un segundo grupo lo componen mujeres que deciden participar libremente, por considerar que pueden conseguir una ganancia extra a sus ingresos, demuestran una fuerte capacidad emprendedora y calculan que tienen la oportunidad de aprovechar recursos previos de su familia. Estas mujeres en su mayoría cuentan con nivel de estudios de licenciatura o más alto, cuentan con capitales o acceso a créditos y en su familia existen experiencias previas de emprendimientos. Para este segundo grupo la decisión de participar en la comercialización del bacanora, lejos de ser la única opción, es un paso que ha sido analizado y en el que esperan obtener beneficios tanto de carácter económico, pero también otros satisfactores personales (logro de metas, autoimagen) así como sociales (mejor estatus, nuevos círculos sociales, etcétera).

El modelo que presentamos permite entender el cambio que se ha presentado en las áreas de participación y reconocimiento de las mujeres en la producción de mezcales. En un trabajo sobre las mujeres agricultoras que participan en la producción de Tequila, Armando Sánchez documentó su continua presencia en esta industria, aunque ésta ha sido poco documentada o reconocida. Por lo general la producción de mezcales fue percibida como un “negocio de hombres” y la participación de mujeres estaba limitada a labores como el transporte de las piñas. Sin embargo, éstas participaron en otras labores desde el siglo XIX que incluía la destilación. Este autor propone tres áreas donde las mujeres agaveras participan: 1) agricultoras agaveras tradicionales: participan ocasionalmente pero su labor principal es el hogar; 2) agricultoras de agave profesionistas: trabajan cotidianamente en los campos agaveros, principalmente como químicas y agrónomas); 3) agricultoras del agave azul: obreras técnicas que realizan trabajos manuales de menor esfuerzo (Sánchez, 2017).

La propuesta de Sánchez no contempla a las mujeres que participan en el bacanora, ya no en calidad de profesionistas del proceso productivo, sino como emprendedoras que buscan generar sus propias marcas y productos derivados: las mujeres emprendedoras de los mezcales.

Para las mujeres que deciden emprender en la producción de bacanora, existen algunos elementos centrales en la ecología de su decisión de participar, algunos pertenecen al empuje (poca satisfacción laboral, ingresos insuficientes y falta de empleo) y otros a lo que jalan (capital, emprendimiento y riqueza). Esto es consistente con los estudios que se han realizado sobre emprendimiento en otras regiones del mundo, pero también con los pocos estudios que existen sobre el emprendimiento femenino en el mezcal en México (de Lourdes, Orozco y Sánchez, 2022; Orhan, 2005). En otras palabras, existe una relación entre la ecología de la decisión y los recursos de las mujeres; mientras mayores sean los recursos (económicos, sociales, culturales), mayor será la capacidad de las mujeres para escoger (jalar) el tipo de participación que tendrá en una rama productiva como el bacanora. A menores recursos, una mujer puede ser empujada a participar en la producción de bacanora por no tener mayores opciones.

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