Jue. May 9th, 2024

Editorial

El avance de los procesos globalizadores, cuando el mundo se hace más y más pequeño, ha provocado que, entre otras cosas, los conceptos de identidad y cultura sean sometidos a una agobiante presión.

La tendencia mundial de hacer tabla rasa con los relieves culturales de cada pueblo en el mundo, genera una olla de presión que distorsiona las identidades regionales.

El modelo de sociedad homogénea avanza, en tanto los pueblos resisten y defienden sus conceptos comunales. El choque tiene aristas brutales.

En ese vértigo, las culturas locales buscan afianzarse.

Es en las postrimerías del siglo XX cuando el historiador Jaime Cuadriello sale el paso del estigma de la “traición” y propone un nuevo relato: que los señores tlaxcaltecas, con gran habilidad política y militar, pactaron la alianza con los conquistadores para, así, derrotar a sus acérrimos enemigos: los mexicas.

Para lograrlo, elaboraron una concepción “casi mítica” de su destino como pueblo elegido para empezar a diseminar el cristianismo en el nuevo mundo: la “Tlaxcaltequidad”.

Ese discurso fue retomado por el pintor y cronista Desiderio Hernández Xochitiotzin, apasionado devoto de lo indígena entreverado con lo europeo, quien reforzó ese lenguaje de pueblo elegido con el añadido de los tres niños mártires de Tlaxcala, canonizados en 2017 por el Papa Francisco como estandarte del cristianismo sobre la cosmogonía originaria.

Esta línea discursiva parece tener continuidad en la actual política cultural estatal y federal, cuando nace y se esgrime el concepto de “indios conquistadores”, posición que vuelve a poner a lo tlaxcalteca abierta y provocadoramente al lado de los conquistadores, en contraposición de una vasta ola de revaloración de lo indígena originario. Es, por tanto, muy alta la posibilidad de reavivar el fuego de la “traición” y sus efectos polarizantes… y por la actitud ese parece ser el objetivo.

Pero el flujo constante y cambiante de la historia, en opinión del antropólogo Francisco Castro, trae un nuevo proceso de revaloración de lo indígena, lo originario y de la historia. Los conceptos de multiétnico e intercultural traen consigo la comprensión de la diversidad y de la interrelación, pero desde la revaloración de lo indígena, lo que en primera instancia detiene la ola europeizante de lo mexicano.

Esta tendencia aún es imberbe, germinal, cuyos alcances aún están por conocerse, pero lo que es un hecho es la reapertura del debate sobre de dónde venimos, quiénes somos, a dónde vamos y qué queremos ser.

Si, el mañana empezó ayer…

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